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La paradoja de lo absurdo.-

En menos de medio siglo, hemos pasado de ser un pueblo agrícola a convertirnos en industrial, aunque más bien estamos decantados al sector servicios que al productivo porque siempre es más fácil comercializar lo que otros elaboran que fabricar y especialmente, si no estamos preparados para hacer las cosas bien por falta de instrucción o sapiencia.
Los productos derivados de nuestras respectivas actividades agrícolas, casi mantienen los precios de venta al transcurso del tiempo con muy débiles aumentos, mientras los costes de producción se incrementan anualmente de forma que los rendimientos netos son tan netos que las explotaciones se abandonan cambiándose las actividades económicas con el cambio generacional.
Ahora que han desaparecido los molinos de grano por haber perdido la costumbre de sembrar, de cuidar las cepas y vendimiar, de recoger las almendras y estando en vías de extinción el cultivo del olivo y la recolección de la aceituna, vamos a esperar impasibles a que se arruinen las escasas explotaciones para poder sentir añoranza, mientras compramos nuestros alimentos al exterior porque son baratos, quiero decir competitivos.

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Limpieza y efectividad, la clave del exito.-

Como en cualquier actividad cotidiana y también empresarial, hay que conseguir olvidarse de las ecuaciones porque lo importante siempre son las soluciones que infundamos al proyecto bien pensado y mejor ejecutado.
En mi primer curso de internauta, preparé un espacio web que referenciase nuestras andanzas en la red y al presentarlo en el segundo día de clase a mis compañeros, el Sr. Maestro nos sorprendió con una explicación gratuita de que aquello se hacía con unos programas diseñados al efecto que escapaban del cometido del curso. Es evidente que la ignorancia puede llegar a los límites de lo absurdo y especialmente cuando te embarcas en dar lecciones de lo que no sabes pero, para evitar fricciones incontrolables, siempre es más prudente callarse.
Acabo de programar la página web más larga de mi vida, ocupa 181 Kb. de memoria y como siempre, lo he hecho a mano. Contiene todas las instrucciones imprescindibles para una descarga casi instantánea en cualquier velocidad de conexión pero, si algún webmaster quiere ver un trabajo limpio y bien hecho, le invito a acceder para su disfrute personal.

El colmo de lo absurdo.-

   Esta mañana he recibido en mi correo electrónico el artículo colgado en http://casaconjacuzzi.blogspost.com al que estoy suscrito, con el comentario de la chapuza legislativa reguladora de la recogida de setas.

   Mi amplia experiencia en la recogida de setas y lo digo con guasa y de esta forma para que quede constancia porque desde hace cuatro años soy «Recolector Mayor de Rovellones en el Reino de España» y a la llegada del tiempo propicio de su crecimiento, me apunto un día al año con mis amigos para acercarnos al monte y trincar todos los que encontramos a nuestro paso, me permite comentar el absurdo aspecto legal de la Orden.

   En calidad de agricultor fiscalmente declarado, cuando voy al campo a recoger los frutos de mi actividad agrícola, lo hago con capazo y saco, cuando he ido al monte a recolectar setas de las que solo elijo los rovellones, lo hago con cesta pero nunca se me ocurriría ir al campo o al monte acompañado de una balanza.

   Las balanzas se usan a nivel comercial por quienes supuestamente recogen setas (en la tienda de la esquina), mientras degustan una merendola en el bar o restaurante del pueblo. Hay que ser analfabeto de una actividad como la de recogida de setas para fijar los límites en 6 kilogramos, los límites, de haberlos, deberían medirse por cestos, porque al monte se va con cesta y no con balanza.