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El autoctono cerdo hungaro mangalica.-

En España conocemos al pueblo húngaro porque durante muchos años algunos de su nativos viajaron por nuestra geografía con sus curiosas, bonitas y llamativas caravanas. Generalmente siempre llevaban un oso y una cabra que a parte de poderla ordeñar para obtener leche de la que no se le quita en un laboratorio lo que le sobra y se le añade lo que la falta, nos deleitaban y maravillaban subiéndola en una escalera equilibrándose encima de una bola y haciendo bailar al oso al compás del tambor.
De repente descubrimos que además de comediantes tienen un producto excelente comparable como el que se produce en España, el jamón de cerdo mangalica, un inmigrante legal que al parecer nadie desea a pesar de ser un producto importado reglamentariamente desde Hungría y no ser un húngaro clandestino.
El problema no está en el producto como tal, sino en que algunos comerciantes malévolos y sinvergüenzas de la última fase del proceso de comercialización que están en sector servicios atendiendo directamente al consumidor, colocan mangalica cuando se les pide ibérico, como los que sirven anisette cuando se pide anís o anís seco cuando el comprador solicita aguardiente o … tantas formas encubiertas de engañar al ignorante que confunde el pastelet con el pastiset.

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Monsieur Pernilod de Scherwiller, Alsace.-

Con tanta fecha de caducidad y de consumo preferente, se me está olvidando que existen alimentos que no se pueden conservar y si se consumen preferentemente, es por ser demasiado buenos para conservarse. No se lo que pasa que, cuando te das cuenta, si no fuese porque lo estás viendo, se diría que se lo comen unos pillines ratoncetes.
Podía haber ocurrido en el vecino pueblo de Canet lo Roig, en el de Vallibona o en Rosell, pero siempre que pasa algo interesante, es en lejanas tierras porque, la mente humana, es así de incomprensible, de tal suerte que en España los regalos a los niños los traen los Reyes Magos de Oriente en camello, en Oriente, el Papá Noel con unos renos y en los Países Bálticos, San Nicolás en una barca llamada España.
Pues bien, hace muchos años (no podía ser de otra manera), en el bonito pueblo de Scherwiller (villa de Chert), situado en la région de Alsace, en los Alpes franceses, vivía un docteur llamado Pernilod que hacía una promenade por las montañas del otro lado de los Alpes (para situarlo más lejos), un día observó a unos cerdos que también habían ido de excursión a tomar el fresco por aquellas montañas, como lamían unas rocas acristaladas, por lo que se le ocurrió acercarse para probarlas, notándolas saladas a su paladar. Cuando vino la fiesta de la matanza del cerdo antes de San Antonio, como los vecinos de su pueblo le regalaban muchos presentes para agasajarlo y no podía comerse tanta carne, se le ocurrió coger unas piedras de la montaña y guardarla como hacen los perros con los los huesos para ir consumiéndola poco a poco y al paso del tiempo, observó que se secaba y se hacía más sabrosa, por eso al jamón, en la lengua valenciana le llamamos pernil y cuando el pernil en muy grande, le decimos pernilot por degeneración pero en honor, a monsieur docteur Pernilod.
¡¡¡ Con tan buen invento, a nadie se le ha ocurrido hacerle un monumento !!!.

El ser competitivo.-

El miércoles, un amigo quiso agasajarnos en la fiesta con la compra en la panadería del pueblo de una coca de manzana y menos mal que llevaba al efecto una botella de Licor Carajillo SEGARRA y la regamos con unas gotas, porque he de reconocer que los cerdos en las pocilgas, comen mejores y más sabrosas manzanas, sin citar el insípido bizcocho, que sabía a nada.
Ayer jueves, fui a ver a una persona conocida de las que dicen que no trabaja porque su faena no está remunerada y casualmente, la pillé infraganti en su casa con una coca de manzana confeccionada por ella misma en el horno de su cocina y al probarla, degusté el sabor de las manzanas y de la deliciosa pasta base soporte de la coca, parece ser que fue a una finca en la que tiene un manzano de los que casi nunca puede comer manzanas porque los bichos del campo las estropean y este año, ha tenido las suerte de recoger unas pocas con las que elaboró la ocurrente coca de manzana para su familia.
Unas horas más tarde, en el transcurso de mi viaje, un conocido me detiene para preguntarme que eran los sulfitos y mi respuesta fue inmediata, ¡veneno!, al parecer adquirió una botella de un supuesto buen vino pensando que aquel producto le sentaría bien a su estómago y a su cerebro, pero tampoco acertó. En el mercado existe mucha basura y muy bien presentada, con un bonito envase y mejor embalaje pero como goza de un precio muy competitivo, los incautos, la compran por tener la ventaja añadida de ser barata.

El ser competitivo.-

El miércoles, un amigo quiso agasajarnos en la fiesta con la compra en la panadería del pueblo de una coca de manzana y menos mal que llevaba al efecto una botella de Licor Carajillo SEGARRA y la regamos con unas gotas, porque he de reconocer que los cerdos en las pocilgas, comen mejores y más sabrosas manzanas, sin citar el insípido bizcocho, que sabía a nada.
Ayer jueves, fui a ver a una persona conocida de las que dicen que no trabaja porque su faena no está remunerada y casualmente, la pillé infraganti en su casa con una coca de manzana confeccionada por ella misma en el horno de su cocina y al probarla, degusté el sabor de las manzanas y de la deliciosa pasta base soporte de la coca, parece ser que fue a una finca en la que tiene un manzano de los que casi nunca puede comer manzanas porque los bichos del campo las estropean y este año, ha tenido las suerte de recoger unas pocas con las que elaboró la ocurrente coca de manzana para su familia.
Unas horas más tarde, en el transcurso de mi viaje, un conocido me detiene para preguntarme que eran los sulfitos y mi respuesta fue inmediata, ¡veneno!, al parecer adquirió una botella de un supuesto buen vino pensando que aquel producto le sentaría bien a su estómago y a su cerebro, pero tampoco acertó. En el mercado existe mucha basura y muy bien presentada, con un bonito envase y mejor embalaje pero como goza de un precio muy competitivo, los incautos, la compran por tener la ventaja añadida de ser barata.