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El colmo de lo absurdo.-

   Esta mañana he recibido en mi correo electrónico el artículo colgado en http://casaconjacuzzi.blogspost.com al que estoy suscrito, con el comentario de la chapuza legislativa reguladora de la recogida de setas.

   Mi amplia experiencia en la recogida de setas y lo digo con guasa y de esta forma para que quede constancia porque desde hace cuatro años soy «Recolector Mayor de Rovellones en el Reino de España» y a la llegada del tiempo propicio de su crecimiento, me apunto un día al año con mis amigos para acercarnos al monte y trincar todos los que encontramos a nuestro paso, me permite comentar el absurdo aspecto legal de la Orden.

   En calidad de agricultor fiscalmente declarado, cuando voy al campo a recoger los frutos de mi actividad agrícola, lo hago con capazo y saco, cuando he ido al monte a recolectar setas de las que solo elijo los rovellones, lo hago con cesta pero nunca se me ocurriría ir al campo o al monte acompañado de una balanza.

   Las balanzas se usan a nivel comercial por quienes supuestamente recogen setas (en la tienda de la esquina), mientras degustan una merendola en el bar o restaurante del pueblo. Hay que ser analfabeto de una actividad como la de recogida de setas para fijar los límites en 6 kilogramos, los límites, de haberlos, deberían medirse por cestos, porque al monte se va con cesta y no con balanza.

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El ordenador me cambia la vida.-

Las obsesiones, las dependencias, incluso las drogas, síntomas que nos parecen ajenos a nuestra personalidad y al salir a la calle vemos a una serie de personas con la funda de la pistola, digo del telefonillo móvil, atada al cinturón de los pantalones o con un bolso en bandolera conteniendo el inventillo por no hablar de otros personajes sentados en una silla de una terraza y junto a la consumición, dejan el móvil como esperando alguna llamada importante del tipo coincidir con sus amistades cuando, nos percatamos en nosotros mismos que también pertenecemos al club de los dependientes, dependientes de coche, del cine, de las vacaciones, del computador personal, de la energía eléctrica o incluso dependientes del carajillo o del cigarrillo.
En los pueblos rurales aún se practica la costumbre de pararse a hablar con los vecinos para contarse las novedades del pueblo y criticar el comportamiento de todos los demás conocidos que no estén presentes pero la necesidad de aparentar llevar una vida repleta de actividad, hace que se pierda esta peculiar faceta y aunque necesitemos relacionarnos con el resto de las personas, nuestra falta de espontaneidad, hace que nos encerremos en nosotros mismos ansiando comunicar al más próximo nuestras vivencias, de ahí, nacen las asociaciones que aglutinan a personas con el mismo tipo de inquietudes.
Hace un tiempo vi una publicidad televisiva de un personaje que regalaba abrazos, tampoco hay que ser tan exagerados pero si empezamos saludando sinceramente al transeúnte coincidente por la calle dándole los buenos días, seguro que le sorprendemos y nos divertimos, enriqueciéndolo, sin empobrecernos.

El ordenador me cambia la vida.-

Las obsesiones, las dependencias, incluso las drogas, síntomas que nos parecen ajenos a nuestra personalidad y al salir a la calle vemos a una serie de personas con la funda de la pistola, digo del telefonillo móvil, atada al cinturón de los pantalones o con un bolso en bandolera conteniendo el inventillo por no hablar de otros personajes sentados en una silla de una terraza y junto a la consumición, dejan el móvil como esperando alguna llamada importante del tipo coincidir con sus amistades cuando, nos percatamos en nosotros mismos que también pertenecemos al club de los dependientes, dependientes de coche, del cine, de las vacaciones, del computador personal, de la energía eléctrica o incluso dependientes del carajillo o del cigarrillo.
En los pueblos rurales aún se practica la costumbre de pararse a hablar con los vecinos para contarse las novedades del pueblo y criticar el comportamiento de todos los demás conocidos que no estén presentes pero la necesidad de aparentar llevar una vida repleta de actividad, hace que se pierda esta peculiar faceta y aunque necesitemos relacionarnos con el resto de las personas, nuestra falta de espontaneidad, hace que nos encerremos en nosotros mismos ansiando comunicar al más próximo nuestras vivencias, de ahí, nacen las asociaciones que aglutinan a personas con el mismo tipo de inquietudes.
Hace un tiempo vi una publicidad televisiva de un personaje que regalaba abrazos, tampoco hay que ser tan exagerados pero si empezamos saludando sinceramente al transeúnte coincidente por la calle dándole los buenos días, seguro que le sorprendemos y nos divertimos, enriqueciéndolo, sin empobrecernos.