• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

Un Reino en donde luce poco Sol.-

Aprovechando el tiempo climatológico gracias a que disfrutamos de unos días soleados, me he tomado la libertad de pasearme por el monte para ver el estado de mis platitas que para quien aún no me conozca, le invito a salir de su propia ignorancia y enterarse de algo aunque solo sea virtualmente en la red del Internet.
En el Maestrazgo cada día hay más fincas agrícolas abandonadas por lo que las plantas salvajes crecen por doquier y posiblemente en un tiempo cronológico no muy lejano, para recogerlas solo deberé salir de la destilería y cortarlas de la propia puerta.
Con la venta de los productos derivados de la actividad agrícola los labradores no pueden pagar el precio que cuesta su recolección y de esta suerte, de forma progresiva se abandonan las cosechas y su cultivo, pasando las personas a trabajar en otras actividades económicas de producción industrial y de servicios.
La falta de sapiencia en los nuevos oficios nos ha conducido a lo fácil, cual es el producir mucho a bajo precio pero sin ninguna cualidad y engañando en cada pedido a los inocentes consumidores habrá que empezar a pensar en comer patata porque el pollo se ha acabado y el nivel de despilfarro ya no es posible soportarlo.

Anuncio publicitario

La Fira de l’Oli Verge a Canet lo Roig.-

En el vecino y hermano pueblo de Canet lo Roig, todos los años se celebra la importante FIRA DE L’OLI VERGE I PRODUCTES AGROALIMENTARIS y para esta anualidad, durante los próximos días 9 y el 10 de abril, sus vecinos vestirán sus mejores galas para dar a conocer una labor que se pierde en el origen de los pueblos mediterráneos cual es el cultivo del olivo, la recolección de su fruto y obtención del aceite. Una iniciativa que también pretende y consigue abarcan al resto de los productos agroalimentarios de estas olvidadas tierras del Maestrazgo muy ricas en iniciativas comerciales y que tiene su base en los alimentos naturales.
La baja cotización de los productos agrícolas ha conducido irremediablemente al abandono de las tierras de cultivo y por qué no reconocerlo, a la venta de los grandes olivos para adornar jardines, solo nos resta confiar en que el labrador pueda obtener los beneficios económicos necesarios e imprescindibles para mantener su explotación agrícola y no deba vivir indignamente de las limosnas subvencionadas.
Existe voluntad en mantener La Fira de l’Oli de Canet lo Roig pero, para ello, se precisa ineludiblemente de los cosecheros recolectores que durantes miles de años hemos cuidado y conservado calladamente el cultivo de la olivera farga, no en balde, es el lugar del universo mundo donde existe la mayor concentración del tan apreciado olivo.

El vicio de las ayudas.-

Dicen que el no molestar ya es ayudar aunque cuando algo se pone de moda, se convierte en virtud y posiblemente esa sea la plaga más importante que sufre actualmente el campo. Desde las últimas décadas, los labradores hemos sido mal considerados al convivir en una sociedad de constante evolución tecnológica y se nos ha arrinconado hasta los límites de la indefensión, de tal suerte, cada día hay menos personas dedicadas a las labores agrícolas y los sistemas de cultivo, se han intensificado de forma que los productos derivados de la actividad agrícola tiene la imagen o formato de los auténticos alimentos pero sin el contenido nutricional y menos vitamínico aunque, con añadidos o enriquecido.
La moda es tendente a que los labradores (no confundir con los granjeros), para mantener sus explotaciones agrícolas, no reciban el justo precio por el valor de su trabajo traducido en la venta de sus cosechas, sino ayudas, ayudas para renovar maquinaria, subvenciones por cultivar determinados alimentos o abandono de otros, ayudas que no ayudando a nada, ayudan a entorpecer el normal desarrollo de su actividad con la gestión administrativa de un papeleo inservible que se traduce en que para recibir una importante ayuda de hasta 50 euros, es menester ser gran productor o cosechero.
Se dice que en la Comunidad Valenciana hay censados más de 60000 tractores agrícolas, de los cuales algo más de 5000 tienen menos de 20 años de uso y el resto, casi 55000, superan esta edad y no disponen de los modernos sistemas con las avanzadas tecnologías de seguridad para los labradores que los usan, por ello, de vez en cuando se publica en el BOE alguna novedad como la del miércoles 12 de marzo que en el nº 62, lleva impresa la Orden APA/657/2008 de 29 de febrero en la que las ayudas van destinadas a la constitución y consolidación de entidades certificadoras de productos agrarios y alimenticios, mientras los labradores, los que manipulan la azada, obtienen por la venta del fruto de su trabajo, los ingresos suficientes para cambiar, de vez en cuando, alguna de las ruedas y mantener su flamante tractor nuevo Allgaier Porsche AP 22S de 1956. Quede claro que lo de nuevo, lo digo porque mi padre dispone de otro idéntico más viejo, también fabricado en Freidrichshafen pero en el año de 1953.

El vicio de las ayudas.-

Dicen que el no molestar ya es ayudar aunque cuando algo se pone de moda, se convierte en virtud y posiblemente esa sea la plaga más importante que sufre actualmente el campo. Desde las últimas décadas, los labradores hemos sido mal considerados al convivir en una sociedad de constante evolución tecnológica y se nos ha arrinconado hasta los límites de la indefensión, de tal suerte, cada día hay menos personas dedicadas a las labores agrícolas y los sistemas de cultivo, se han intensificado de forma que los productos derivados de la actividad agrícola tiene la imagen o formato de los auténticos alimentos pero sin el contenido nutricional y menos vitamínico aunque, con añadidos o enriquecido.
La moda es tendente a que los labradores (no confundir con los granjeros), para mantener sus explotaciones agrícolas, no reciban el justo precio por el valor de su trabajo traducido en la venta de sus cosechas, sino ayudas, ayudas para renovar maquinaria, subvenciones por cultivar determinados alimentos o abandono de otros, ayudas que no ayudando a nada, ayudan a entorpecer el normal desarrollo de su actividad con la gestión administrativa de un papeleo inservible que se traduce en que para recibir una importante ayuda de hasta 50 euros, es menester ser gran productor o cosechero.
Se dice que en la Comunidad Valenciana hay censados más de 60000 tractores agrícolas, de los cuales algo más de 5000 tienen menos de 20 años de uso y el resto, casi 55000, superan esta edad y no disponen de los modernos sistemas con las avanzadas tecnologías de seguridad para los labradores que los usan, por ello, de vez en cuando se publica en el BOE alguna novedad como la del miércoles 12 de marzo que en el nº 62, lleva impresa la Orden APA/657/2008 de 29 de febrero en la que las ayudas van destinadas a la constitución y consolidación de entidades certificadoras de productos agrarios y alimenticios, mientras los labradores, los que manipulan la azada, obtienen por la venta del fruto de su trabajo, los ingresos suficientes para cambiar, de vez en cuando, alguna de las ruedas y mantener su flamante tractor nuevo Allgaier Porsche AP 22S de 1956. Quede claro que lo de nuevo, lo digo porque mi padre dispone de otro idéntico más viejo, también fabricado en Freidrichshafen pero en el año de 1953.