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La fecha de caducidad en los alimentos.-

Recuerdo cuando era pequeño que todo se compraba y todo de vendía sin importar la fecha de su fabricación o la del límite de su aconsejado consumo. Las cosas eran tal cual y especialmente los alimentos, se comían frescos del tiempo, no como ahora fríos de la nevera porque, ciertamente no habían.
Estamos acostumbrados y vivimos de forma de lo más normal, que en las casas modernas en lugar de despensa haya un armario que suple mínimamente sus funciones y asociado a él, un gran frigorífico lleno de artículos comestibles envasados y etiquetados según la norma regulada por el Real Decreto 1334/1999, indicando sus ingredientes y con su importantísima fecha de caducidad bien rotulada.
Con tanto laboratorio repleto de investigadores para añadirle a los alimentos que comemos aquello que le falta y quitarle, lo que supuestamente le sobra, nadie ha inventado un sencillo sistema para que el alimento se pueda conservar por tiempo indefinido sin que se estropee perdiendo sus cualidades y si es posible mejorarlas.

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Estresados hasta los huevos.-

Cuentan que el ratoncito de la ciudad llamado don Ricardo, salió un día soleado por el campo y se encontró con el ratoncito Gasparet, el del Cuento del tord Wenceslas y viendo como recogía almendras y bellotas del monte, entablaron conversación. A la hora de comer, se fueron «al cau» de Gasparet que estaba bien surtido de frutos secos y le invitó a degustar sus exquisiteces. Para don Ricardo todo le parecía poco e insignificante presumiendo que en la despensa de la ciudad habían más y mejores viandas, por lo que le emplazó para que en algún viaje a la ciudad, pasase por la casa dónde él se alimentaba.
Llegado el tiempo de las declaraciones y liquidaciones fiscales, debió el ratoncito Gasparet desplazarse hasta la ciudad a presentar y pagar su contribución, aprovechando para acercarse a visitar a su muy buen amigo el ratoncito don Ricardo que le mostró la gran despensa muy bien surtida de chorizos, quesos y jamones.
De repente, la dueña de la casa, abrió la puerta y entró el gato. Como don Ricardo ya sabía lo que ocurría, fue presto a esconderse, pero al no haber avisado a Gasparet, recibió un susto casi de muerte. Gasparet, se escondió detrás de una caja de botellas de Brandy del Maestrazgo y aguantando la respiración, intentó pasar desapercibido del gato que afortunadamente no pudo atraparlo.
La vida acelerada en las grandes ciudades estresa a cualquiera, en la «capi» están estresadas las personas, están estresados los cabritos, están estresadas las vacas, está estresada la leche, están estresados los cerdos, están estresadas las gallinas y están estresados hasta los huevos.