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Las redes sociales en Internet.-

Hasta hace tan solo unos años, solo podíamos disponer del nombre de las personas que con la excusa de su identificación, nos era regalado como una atención social bien vista, pero nunca podíamos acceder más allá porque, cualquier información adicional, se consideraba tan intima que el preguntar, rozaba la indiscreción.
Con las nuevas tecnologías en nuestras manos, las cosas han cambiado profundamente y hoy, además, podemos disponer de los detalles más íntimos y celosamente bien guardados, cuales son las edades de las mujeres, sin citar las fechas de su cumpleaños, lo que nos permiten recordarles que son un año menos jóvenes.
Ayer celebró el aniversario de cumpleaños «destilator» y muchas personas aprovecharon para felicitarme, lo cual es de agradecer porque nunca en mi vida había recibido tantas muestras de cortesía y aprecio, quedando todos emplazados para una verdadera invitación de licor destilado el próximo día 1 de mayo en el local de la propia destilería de Chert. Quede bien entendido que solo estáis invitados quienes me felicitasteis, a los demás y como penitencia, para que os acordéis durante todo el año, os basta con saber que cumplí veinticuatro, los demás, los tengo guardados a plazo fijo.

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La fecha de consumo preferente.-

Con tanto numerito en el etiquetado genérico obligatorio que regulan las normativas actuales, el nombre de la marca que siempre hemos asociado a la calidad del producto que referencia y distingue del resto de los del mercado, parece ser irrelevante y para evitar la correspondiente sanción administrativa, aparece un nuevo concepto en algunos artículos alimenticios de caducidad a muy largo plazo y que le llaman fecha de consumo preferente, lo que significa que al paso del tiempo, aunque el alimento está en condiciones de ser ingerido, posiblemente, por modificar alguna de sus cualidades, se aconseja que se coma antes del día rotulado en el envase.
Las frutas y hortalizas frescas, algunas bebidas refrescantes como zumos de fruta y néctares, los productos de panadería o repostería y los que por su naturaleza se consumen generalmente al día u otros artículos de confitería, aromatizados y coloreados, gozan de un muy largo tiempo de caducidad y llevan esta indicación en la etiqueta. Ahora el cliente, al momento de adquirir un determinado alimento, se ve confundido y asocia ambas referencias, al límite de tiempo en su ingesta, cuando en realidad nada tiene que ver conceptualmente.
Esta es solamente la fecha recomendable para consumir un producto en perfecto estado, ya que con posterioridad, aunque igualmente se puede comer, han cambiado ligeramente algunas de sus características organolépticas que, nunca son perjudiciales para la salud.

La fecha de caducidad en los alimentos.-

Recuerdo cuando era pequeño que todo se compraba y todo de vendía sin importar la fecha de su fabricación o la del límite de su aconsejado consumo. Las cosas eran tal cual y especialmente los alimentos, se comían frescos del tiempo, no como ahora fríos de la nevera porque, ciertamente no habían.
Estamos acostumbrados y vivimos de forma de lo más normal, que en las casas modernas en lugar de despensa haya un armario que suple mínimamente sus funciones y asociado a él, un gran frigorífico lleno de artículos comestibles envasados y etiquetados según la norma regulada por el Real Decreto 1334/1999, indicando sus ingredientes y con su importantísima fecha de caducidad bien rotulada.
Con tanto laboratorio repleto de investigadores para añadirle a los alimentos que comemos aquello que le falta y quitarle, lo que supuestamente le sobra, nadie ha inventado un sencillo sistema para que el alimento se pueda conservar por tiempo indefinido sin que se estropee perdiendo sus cualidades y si es posible mejorarlas.

La tarjeta de Navidad.-

Puesto que los Evangelios no mencionan fechas, sería incierto fijar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre pero, desde mediados del siglo IV, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, se proclamó como fecha de la Natividad del Señor en la Iglesia Romana.
Hacia la mitad del siglo XIX parece ser que por las escuelas y entre los estudiantes, empezaron a popularizarse las tarjetas de Navidad aprovechando para enviar un mensaje de buenos deseos a sus familiares y con el tiempo, las imprentas decidieron comercializarlas.
Actualmente es una costumbre muy arraigada entre la sociedad que nos permite hacer partícipe de nuestra felicidad a las personas que apreciamos tanto por del nacimiento de Jesucristo como por la venida y estreno del año nuevo.
Con la utilización del correo electrónico, se pueden enviar muchas ocurrencias, pero en mi caso, este año he preparado una curiosidad para mis amistades y si algún lector del blog lo desea, igualmente se la voy a enviar desde el día 20 de diciembre a todas las personas que me la pidan.