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La tarjeta de Navidad.-

Puesto que los Evangelios no mencionan fechas, sería incierto fijar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre pero, desde mediados del siglo IV, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno, se proclamó como fecha de la Natividad del Señor en la Iglesia Romana.
Hacia la mitad del siglo XIX parece ser que por las escuelas y entre los estudiantes, empezaron a popularizarse las tarjetas de Navidad aprovechando para enviar un mensaje de buenos deseos a sus familiares y con el tiempo, las imprentas decidieron comercializarlas.
Actualmente es una costumbre muy arraigada entre la sociedad que nos permite hacer partícipe de nuestra felicidad a las personas que apreciamos tanto por del nacimiento de Jesucristo como por la venida y estreno del año nuevo.
Con la utilización del correo electrónico, se pueden enviar muchas ocurrencias, pero en mi caso, este año he preparado una curiosidad para mis amistades y si algún lector del blog lo desea, igualmente se la voy a enviar desde el día 20 de diciembre a todas las personas que me la pidan.
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El colmo de lo absurdo.-

   Esta mañana he recibido en mi correo electrónico el artículo colgado en http://casaconjacuzzi.blogspost.com al que estoy suscrito, con el comentario de la chapuza legislativa reguladora de la recogida de setas.

   Mi amplia experiencia en la recogida de setas y lo digo con guasa y de esta forma para que quede constancia porque desde hace cuatro años soy «Recolector Mayor de Rovellones en el Reino de España» y a la llegada del tiempo propicio de su crecimiento, me apunto un día al año con mis amigos para acercarnos al monte y trincar todos los que encontramos a nuestro paso, me permite comentar el absurdo aspecto legal de la Orden.

   En calidad de agricultor fiscalmente declarado, cuando voy al campo a recoger los frutos de mi actividad agrícola, lo hago con capazo y saco, cuando he ido al monte a recolectar setas de las que solo elijo los rovellones, lo hago con cesta pero nunca se me ocurriría ir al campo o al monte acompañado de una balanza.

   Las balanzas se usan a nivel comercial por quienes supuestamente recogen setas (en la tienda de la esquina), mientras degustan una merendola en el bar o restaurante del pueblo. Hay que ser analfabeto de una actividad como la de recogida de setas para fijar los límites en 6 kilogramos, los límites, de haberlos, deberían medirse por cestos, porque al monte se va con cesta y no con balanza.