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La glucosa, el azucar de la miel y del mosto.-

En la naturaleza podemos encontrar monosacáridos, en la uva y en la miel, disacáridos en el remolacha y en la caña de azúcar y polisacáridos en la patata y los cereales, pero el único asimilable por las células de nuestro organismo son los primeros, los monosacáridos, que se les conoce con el nombre de glucosa, aunque también lo podemos encontrar en la literatura como dextrosa. Su fórmula es parecida a la fructosa pero como las manos, una molécula es izquierda y la otra derecha y lo utilizamos para la elaboración del vino y para endulzar nuestros postres.
Hay que tener en cuenta que en la industria se obtiene glucosa a partir de la hidrólisis enzimática del almidón de cereales y su proceso de elaboración nada tiene que ver con la oxidación catalítica que realizan las células de algunas plantas con la síntesis de energía solar o las abejas en las colmenas.
La importancia para las personas reside en que con ella y el oxígeno que respiramos, las células de nuestro cuerpo liberan energía con la que mantener la temperatura y mover la musculatura.

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El azucar, conservante alimentario.-

Una vez recolectada la remolacha y almacenada a resguardo, se procede a su lavado y sometiéndola a un proceso de triturado, se obtiene una pasta de melaza a la que se añade el agua necesaria para extraer la sacarosa por disolución. Después de clarificada y refinada, por evaporación conseguiremos la cristalización que, tras el secado y envasado, podemos adquirir en el comercio con el nombre de azúcar.
Se trata de un disacárido formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa, lo que permite que gracias al fermento digestivo de la maltasa, pueda romperse la molécula con facilidad para ser digerida en nuestro estómago y a través de las vellosidades intestinales, absorberse por la sangre.
Todos hemos observado al paso del tiempo como el azúcar siempre conserva sus cualidades y la mezcla del mismo con un alimento, permite su conservación por tiempo indefinido, por ello, después de la lluvias de finales de verano, cuando el clima se mejora por unos días y maduran los membrillos, preparamos solo con el azúcar, el famoso dulce de membrillo para todo el año.

Del endulzante al edulcorante.-

Aprovechándose de la ignorancia de los consumidores, se presentan los edulcorantes como sustancias encargadas de endulzar los alimentos, confundiendo la sacarosa, con la sacarina (E 954), el ciclamato (E 952), el aspartamo (E 951) o la taumatina (E 957), etc. que, por su naturaleza química, nada tiene que ver con el azúcar natural (el que no tiene E ni número).
Como quiera que existen edulcorantes como la fructosa o el sorbitol que podemos encontrar en la naturaleza, se nos cuela la sacarina o los ciclamatos con la excusa de no aportar calorías, sin citarnos que son artificiales y sintéticos, nocivos para la salud pero que pueden supuestamente administrarse en caso de enfermedades como la diabetes si consultamos con el farmacéutico. De esta suerte, nos encontramos que los ciclamatos (E 952) están prohibidos en los Estados Unidos, Japón, Francia e Inglaterra, pero en España, su consumo solo está contraindicado en niños y embarazadas, aunque si padeces la enfermedad de la fenilcetonuria tienes prohibido el aspartamo.
Los gobiernos del Canadá y Francia, prohíben el consumo de la sacarina, pero si vives en Estados Unidos, solo con saber, por constar en la etiqueta rotulado en letra pequeña, que el producto que comes contiene este aditivo nocivo para la salud, es más que suficiente y máxime si no estás embarazado o embarazada, porque en caso de estarlo, no se aconseja su ingesta, en cambio, el Sorbitol (E 420), es (de los E numerado), el más chiripitifláutico, porque tiene parecidos efectos en el organismo humano a la fructosa, aunque te puede causar diarrea y dolores abdominales si consumes mucho y como se emplea en la fabricación de chicles y caramelos, si no tomas más de cinco al día, no pasa nada, es decir, menos de 2,5 gr. al día. (Una bolsita de azúcar son unos 8 gr.).
El hecho de poder disponer de estas auténticas maravillas a un precio reducido y se permita el uso comercial en la elaboración de alimentos baratos, el endulzante y conservante de toda la vida, la sacarosa, el que no tiene E numerada por ser el azúcar de mesa, el que se saca de la remolacha y de la caña de azúcar cultivada por los labradores españoles, el utilizado desde siempre por Julián Segarra en la elaboración de los exquisitos licores en su destilería de Chert, ha quedado desplazado por tener contraindicaciones muy graves cuando lo consumes a saco, porque, al levantarlo, con todo su peso, podría causarte daños irreparables en la espalda.

Del endulzante al edulcorante.-

Aprovechándose de la ignorancia de los consumidores, se presentan los edulcorantes como sustancias encargadas de endulzar los alimentos, confundiendo la sacarosa, con la sacarina (E 954), el ciclamato (E 952), el aspartamo (E 951) o la taumatina (E 957), etc. que, por su naturaleza química, nada tiene que ver con el azúcar natural (el que no tiene E ni número).
Como quiera que existen edulcorantes como la fructosa o el sorbitol que podemos encontrar en la naturaleza, se nos cuela la sacarina o los ciclamatos con la excusa de no aportar calorías, sin citarnos que son artificiales y sintéticos, nocivos para la salud pero que pueden supuestamente administrarse en caso de enfermedades como la diabetes si consultamos con el farmacéutico. De esta suerte, nos encontramos que los ciclamatos (E 952) están prohibidos en los Estados Unidos, Japón, Francia e Inglaterra, pero en España, su consumo solo está contraindicado en niños y embarazadas, aunque si padeces la enfermedad de la fenilcetonuria tienes prohibido el aspartamo.
Los gobiernos del Canadá y Francia, prohíben el consumo de la sacarina, pero si vives en Estados Unidos, solo con saber, por constar en la etiqueta rotulado en letra pequeña, que el producto que comes contiene este aditivo nocivo para la salud, es más que suficiente y máxime si no estás embarazado o embarazada, porque en caso de estarlo, no se aconseja su ingesta, en cambio, el Sorbitol (E 420), es (de los E numerado), el más chiripitifláutico, porque tiene parecidos efectos en el organismo humano a la fructosa, aunque te puede causar diarrea y dolores abdominales si consumes mucho y como se emplea en la fabricación de chicles y caramelos, si no tomas más de cinco al día, no pasa nada, es decir, menos de 2,5 gr. al día. (Una bolsita de azúcar son unos 8 gr.).
El hecho de poder disponer de estas auténticas maravillas a un precio reducido y se permita el uso comercial en la elaboración de alimentos baratos, el endulzante y conservante de toda la vida, la sacarosa, el que no tiene E numerada por ser el azúcar de mesa, el que se saca de la remolacha y de la caña de azúcar cultivada por los labradores españoles, el utilizado desde siempre por Julián Segarra en la elaboración de los exquisitos licores en su destilería de Chert, ha quedado desplazado por tener contraindicaciones muy graves cuando lo consumes a saco, porque, al levantarlo, con todo su peso, podría causarte daños irreparables en la espalda.