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Ser producto turistico sin saberlo.-

Ya se ha enterado el lector de este blog que hoy presento mis credenciales con las que pretendo hacer valer mi condición de entretenedor turístico ante la Agencia Valenciana de Turismo y aunque son de conocimiento universal, parece ser que siempre hay personas vecinas que no lo saben y precisan enterarse.
Soy consciente que no todo el mundo debe ser consumidor de mis destilados porque imaginemos, solo imaginemos que todas las personas del mundo, una vez y en algún momento de su vida, consumiesen una copa de alguno de los licores que elaboro en mi destilería, ¡pufff!, con el calor de hace en verano, ahora mismo tendría que estar quemando leña en el fuego del hogar del alambique.
Pertenezco a una familia que desde siempre ha estado desarrollando una actividad turística atendiendo y aclarando las preguntas formuladas por quien ha venido por la destilería de Chert a visitarla porque en la destilería de Julián Segarra, aparte de comprar licor, también se puede venir a aprender.

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El papeleo del destilador.-

Estoy vivo pero tengo deberes.
Los toros, se torean muy bien desde la barrera o cuando los ves torear a otras personas pero, la cosa cambia y es muy diferente cuando bajas a la plaza y te enfrentas al toro directamente. ¿Sabéis que tienen la bufera muy caliente?.
Con las intervenciones televisivas, se ha presentado el oficio de destilador como algo muy folclórico, casi como una actividad festiva, incluso puedes aprovechar el fuego del hogar para hacer una torrada de patatas o de chuletas, pero la realidad es la que es y no la que presentan los medios de comunicación de masas sensacionalistas. A nadie le interesa ver a otra persona podando la viña, cabando las cepas, recogiendo los sarmientos o cortando leña de olivo y muchísimos menos, viendo como se aprovecha el tiempo preparando las laboriosas y farragosas declaraciones liquidaciones fiscales que en esta época del año incluyen los resúmenes anuales y trienales sin citar las declaraciones recapitulativas.
Cuando comento que mi oficio tienen mucho papeleo, no me refiero a los cuatro papeles anuales de IVA o de IFPF que conoce el común de los mortales, hablo de una actividad sujeta a intervención del Estado y control también por Organismos Autonómicos que, si algún decidido y llenado de valor se entera de sus derechos, huye como de la peste, lo que facilita el comprender como este indeseable oficio esté en vía de extinción. Durante los días de primeros de año, no puedo salir a comentar ocurrencias en el blog por una sencilla razón cual es, no tener ocurrencias, ¡estoy de papeleo!.

Las tradiciones importadas.-

Con todo el trasiego de personas fruto de los avances tecnológicos y su facilidad de adquisición, nos desplazamos fácilmente de unos pueblos a otros y copiamos aquellos detalles que más nos agradan y de rápida incorporación en el nuestro como si de una tradición ancestral se tratase cuando en realidad es una importación con incorporación de pocos años.
La presentación de las carrozas en el pasacalle del pregón de las fiestas patronales o la sustitución del cayado por una caña en la Romería de San Marcos de la Barcella, sin claros ejemplos, pero hoy me voy a referir a los fuegos de artificio, cohetes y petardos que engalanan las noches y llenan de vistosidad a una bonita y llamativa fiesta que nunca tuvimos pero que sin percatarnos la estamos absorbiendo como propia.
El uso de la pólvora nunca fue propio de pueblos con escasos recursos agrícolas, principal fuente de ingresos de sus habitantes que en el caso de Chert, por estar desde siempre más bien dedicados a actividades industriales en las que sus vecinos, hubieron de espabilarse para poder vender en los mercados exteriores sus productos, no propiciaron el gasto de su reducido presupuesto festero en los llamativos fuegos artificiales, hoy derivando hacia los «correfocs» que tanto nos divierten a todos y muy especialmente a los jóvenes del cambio de milenio.

Las tradiciones importadas.-

Con todo el trasiego de personas fruto de los avances tecnológicos y su facilidad de adquisición, nos desplazamos fácilmente de unos pueblos a otros y copiamos aquellos detalles que más nos agradan y de rápida incorporación en el nuestro como si de una tradición ancestral se tratase cuando en realidad es una importación con incorporación de pocos años.
La presentación de las carrozas en el pasacalle del pregón de las fiestas patronales o la sustitución del cayado por una caña en la Romería de San Marcos de la Barcella, sin claros ejemplos, pero hoy me voy a referir a los fuegos de artificio, cohetes y petardos que engalanan las noches y llenan de vistosidad a una bonita y llamativa fiesta que nunca tuvimos pero que sin percatarnos la estamos absorbiendo como propia.
El uso de la pólvora nunca fue propio de pueblos con escasos recursos agrícolas, principal fuente de ingresos de sus habitantes que en el caso de Chert, por estar desde siempre más bien dedicados a actividades industriales en las que sus vecinos, hubieron de espabilarse para poder vender en los mercados exteriores sus productos, no propiciaron el gasto de su reducido presupuesto festero en los llamativos fuegos artificiales, hoy derivando hacia los «correfocs» que tanto nos divierten a todos y muy especialmente a los jóvenes del cambio de milenio.