• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

El cambio de horario en el reloj.-

Ayer noche no me acostaba a las dos de la madrugada para poder actualizar las manecillas del reloj a la hora oficial y no entiendo lo de madrugada porque si te esperas a cumplir con la recomendación oficial y aún no te has ido a dormir, pienso que no habrás madrugado nada. Mi padre se acostó después de cenar y al levantarse, ha avanzado las manecillas el reloj pero, no se lo digáis a nadie.
Ahora si a las siete son las cinco, en realidad cuando te levantas a las seis son las cuatro. Menudo lío patatero con el cambio del horario que por culpa de los relojes llevamos un trajín de mucho cuidado avanzando el horario para dentro de medio año retrasarlo.
Y todo para presumir lujoso brazalete en la muñeca porque a la hora de la verdad que es la hora buena, la hora exacta, casi nadie atiende el reloj y a la palabra dada, muchos son los que siempre llegan tarde a cualquier cita o al trabajo como si su tiempo fuese más valioso que el mío o por no tenerlo, no valoran el de los demás.

Anuncio publicitario

Hostal Nou.-

Continuando por el camino íbero desde la aldea de Anroig, el viandante pasa por el Santuario de la Santísima Virgen de Vallivana y a la distancia aproximada de un día de viaje, llega a Morella. Encima de otra cima o montaña, desde lejos divisamos una ciudad rodeada de murallas con portales de acceso que hasta comienzos del siglo XX se cerraban por la noche y se abrían por la mañana a la hora convenida.
El trasiego de viajeros por las vía íbera y posteriormente por la carretera de Castellón de La Plana a Zaragoza, exigía un control para seguridad de la población y el horario de apertura y cierre de los portales de sus murallas, no siempre estaba acorde con las necesidades del transeúnte, por lo que en el cruce de caminos de la falda de la población, junto al río Bergantes, se construyó una posada, permitiendo mayor flexibilidad de horarios para las exigencias de los caminantes.
Desde siempre, se ha conocido con el nombre de Hostal Nou (hostal nuevo), siendo también parada obligatoria y con el paso de los años, los vecinos de Morella que no podían ajustar sus horarios a las ordenanzas de la población, edificaron viviendas a su alrededor, quedando agrupadas como un barrio.

El cambio de horario.-

Con tanta tecnología a nuestro alcance, tanto coche, ordenador, teléfono móvil y tanto presumir del Internet y aún nadie ha inventado nada para solucionar el problema que nosotros mismos hemos creado supuestamente para mejorar nuestra vida. Desde que a alguien se le ocurrió el invento del cambio de horario, nos despertamos por la mañana sin saber realmente que hora es y necesitamos del reloj para saber que es la hora de levantarnos.
Hace muchos años que el reloj fue inventado, pero nunca fuimos tan dependientes de la dichosa maquinita que, supuestamente necesitamos llevarla continuamente atada a nuestra muñeca, cuando en realidad, somos nosotros quienes vamos sujetos al reloj, conviertiéndonos en sus esclavos.
Esclavos de un tiempo que nadie sabe lo que es, del que todo el mundo habla pero que nadie respeta y llegado el momento, cuando decidimos utilizar su sistema de medida para coincidir con los demás, no somos fieles a nuestra palabra dada y si alguien nos reclama su tiempo de espera, siempre tenemos la excusa se culpar a los demás por nuestra negligencia e irresponsabilidad.

El cambio de horario.-

Con tanta tecnología a nuestro alcance, tanto coche, ordenador, teléfono móvil y tanto presumir del Internet y aún nadie ha inventado nada para solucionar el problema que nosotros mismos hemos creado supuestamente para mejorar nuestra vida. Desde que a alguien se le ocurrió el invento del cambio de horario, nos despertamos por la mañana sin saber realmente que hora es y necesitamos del reloj para saber que es la hora de levantarnos.
Hace muchos años que el reloj fue inventado, pero nunca fuimos tan dependientes de la dichosa maquinita que, supuestamente necesitamos llevarla continuamente atada a nuestra muñeca, cuando en realidad, somos nosotros quienes vamos sujetos al reloj, conviertiéndonos en sus esclavos.
Esclavos de un tiempo que nadie sabe lo que es, del que todo el mundo habla pero que nadie respeta y llegado el momento, cuando decidimos utilizar su sistema de medida para coincidir con los demás, no somos fieles a nuestra palabra dada y si alguien nos reclama su tiempo de espera, siempre tenemos la excusa se culpar a los demás por nuestra negligencia e irresponsabilidad.