• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

El azucar, conservante alimentario.-

Una vez recolectada la remolacha y almacenada a resguardo, se procede a su lavado y sometiéndola a un proceso de triturado, se obtiene una pasta de melaza a la que se añade el agua necesaria para extraer la sacarosa por disolución. Después de clarificada y refinada, por evaporación conseguiremos la cristalización que, tras el secado y envasado, podemos adquirir en el comercio con el nombre de azúcar.
Se trata de un disacárido formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa, lo que permite que gracias al fermento digestivo de la maltasa, pueda romperse la molécula con facilidad para ser digerida en nuestro estómago y a través de las vellosidades intestinales, absorberse por la sangre.
Todos hemos observado al paso del tiempo como el azúcar siempre conserva sus cualidades y la mezcla del mismo con un alimento, permite su conservación por tiempo indefinido, por ello, después de la lluvias de finales de verano, cuando el clima se mejora por unos días y maduran los membrillos, preparamos solo con el azúcar, el famoso dulce de membrillo para todo el año.

Anuncio publicitario

El deleite de los sentidos.-

En el momento de la deglución, el alimento pasa de la boca al esófago que por medio de unas contracciones y dilataciones llamadas peristálticas desciende hasta el estómago donde los fermentos digestivos como la amilasa y la maltasa actúan sobre los hidratos de carbono y la lipasa sobre las grasas, realizando la digestión.
Es sabido que los aceites y las grasas son incompatibles con el agua pero la ingesta de un poco de alcohol durante o después de las comidas, favorece la emulsión de las mismas y facilita el proceso digestivo, por ello, en contra de las campañas antialcohólicas coactivas hay que inevitablemente reconocer, que el beber con la comida algo de alcohol, favorece la digestión.
Como en todas las actividades de la vida, el problema reside en confundir el uso con el abuso pero un consumo moderado de las buenas bebidas alcohólicas, beneficia hasta en las arterias cuando se cargan de lípidos, disminuyendo la inflamación por evitar la formación de placas de ateroma y reduciendo el riesgo de sufrir un infarto de miocardio e incluso, una trombosis cerebral.

El deleite de los sentidos.-

En el momento de la deglución, el alimento pasa de la boca al esófago que por medio de unas contracciones y dilataciones llamadas peristálticas desciende hasta el estómago donde los fermentos digestivos como la amilasa y la maltasa actúan sobre los hidratos de carbono y la lipasa sobre las grasas, realizando la digestión.
Es sabido que los aceites y las grasas son incompatibles con el agua pero la ingesta de un poco de alcohol durante o después de las comidas, favorece la emulsión de las mismas y facilita el proceso digestivo, por ello, en contra de las campañas antialcohólicas coactivas hay que inevitablemente reconocer, que el beber con la comida algo de alcohol, favorece la digestión.
Como en todas las actividades de la vida, el problema reside en confundir el uso con el abuso pero un consumo moderado de las buenas bebidas alcohólicas, beneficia hasta en las arterias cuando se cargan de lípidos, disminuyendo la inflamación por evitar la formación de placas de ateroma y reduciendo el riesgo de sufrir un infarto de miocardio e incluso, una trombosis cerebral.