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La Fira de l’Oli Verge a Canet lo Roig.-

En el vecino y hermano pueblo de Canet lo Roig, todos los años se celebra la importante FIRA DE L’OLI VERGE I PRODUCTES AGROALIMENTARIS y para esta anualidad, durante los próximos días 9 y el 10 de abril, sus vecinos vestirán sus mejores galas para dar a conocer una labor que se pierde en el origen de los pueblos mediterráneos cual es el cultivo del olivo, la recolección de su fruto y obtención del aceite. Una iniciativa que también pretende y consigue abarcan al resto de los productos agroalimentarios de estas olvidadas tierras del Maestrazgo muy ricas en iniciativas comerciales y que tiene su base en los alimentos naturales.
La baja cotización de los productos agrícolas ha conducido irremediablemente al abandono de las tierras de cultivo y por qué no reconocerlo, a la venta de los grandes olivos para adornar jardines, solo nos resta confiar en que el labrador pueda obtener los beneficios económicos necesarios e imprescindibles para mantener su explotación agrícola y no deba vivir indignamente de las limosnas subvencionadas.
Existe voluntad en mantener La Fira de l’Oli de Canet lo Roig pero, para ello, se precisa ineludiblemente de los cosecheros recolectores que durantes miles de años hemos cuidado y conservado calladamente el cultivo de la olivera farga, no en balde, es el lugar del universo mundo donde existe la mayor concentración del tan apreciado olivo.

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El artista Joan Beltran Bel.-

Estos días nos está haciendo un clima invernal, los aires del norte soplan insistentemente y el frío invierno se apodera de las tierras del Maestrazgo. Tanto en las cumbres de las montañas como en las zonas montañosas, el agua de las charcas se hiela y las aves migratorias buscan lugares más cálidos para poder beber. Los pueblos del Maestrazgo más próximos al mar Mediterráneo, atraen la visita de los tordos que aprovechan para comerse las deliciosas aceitunas de la variedad farga propias de nuestro entorno.
Muchas personas son las que sienten afición por la caza, algunas dedican todo el año para preparar las zonas de «parany» y otras, son verdaderos caminantes que aprovechan las circunstancias meteorológicas para recrear esta afición de cazar con sus escopetas controlando a los tordos que invaden sus fincas y se comen parte de la cosecha.
Hoy he pasado por casa de Joan «el artista del Maestrazgo» que ha recuperado el antiguo oficio de aladrero en las casas de turismo rural Art Rustic en la aldea de Anroig y no estaba, pero como era casi mediodía, he aguardado su regreso y nos ha mostrado la caza de varios amigos de Wenceslas, el de los «Cuentos de Chert«, que desde la región checoslovaca de Bohemia, en la población de Krumlov a orillas de río Vltava habían venido a España a pasar el invierno. Cuando les ha invitado el artista Joan Beltrán Bel a venir con él a su casa para que Neus y Estela se los comiesen fritos con cebolla, han aceptado encantados y como me ha regalado un par para que los probásemos mi padre y yo, esta noche también nos los hemos comido y estaban buenísimos.

El camino ibero.-

Llegados y desembarcados en la costa oriental de la península Ibérica, nos adentramos al territorio occidental de nuestro mar Mediterráneo que, si bien en principio era desconocido para el extranjero, con el paso de los años se construyó un camino de tránsito y abandonando el asentamiento costero, nos dirigimos hacia las inseguras tierras de Chert, dónde antaño los íberos nativos, aprovechaban para saquear nuestros tesoros refugiándose en su muela murada o amurallada.
A la distancia aproximada de un día de viaje, la impresionante rambla por la que seguimos paralelos a su curso, coincide en una pequeña aldea que tiene por nombre Anroig (casa de r-o-i-g). Los escasos moradores del lugar, se dedican al cuidado de rebaños de cabras y ovejas y a la agricultura, cultivando la vid y los olivos. En la proximidades, disponen de un importante manantial de agua cristalina.
En la aldea de Anroig, existe una posada que aprovechan los transeúntes o viajeros y las caballerías utilizadas en el transporte de sus bienes, para pernoctar y descansar. Se trata de un asentamiento muy reducido con pocas almas, pero con los servicios necesarios para recuperarse del cansancio del diario caminar.

El mare nostrum.-

Me imagino a los antiguos fenicios navegando por el mar Mediterráneo con aquellas galeras que ilustraban nuestros libros de historia de cuando íbamos a la escuela y que tanto esfuerzo nos exigía su aprendizaje, en las que aparecía un mástil central con una vela rectangular y unos remos laterales que supuestamente eran accionados a pilas de esclavos remando en las inclementes aguas marinas y soportando los embates de las olas, cuando posiblemente solo se usasen para acercarse o alejarse de las orillas costeras al repostar, embarcar o desembarcar.
Tras varias semanas de navegación, una galera fenicia se acercaba a la península Ibérica con viento en popa a toda vela, cuando de repente, divisa a los lejos unas pequeñas islas, se trata de las islas Columbretes que delatan la proximidad de la tierra firme del occidente y el capitán de la nave, manda corregir el rumbo hacia estribor que navegando por una latitud más septentrional, coloca proa en dirección al sur del gran río íbero.
Antes de llegar a su desembocadura, aparece por el horizonte la imagen de la esperada tierra en que la silueta emerge de forma majestuosa en medio del mar. Me refiero a la Chersoneso, lugar de llegada, repostage de provisiones y de agua que abundantemente brota a su alrededor como esculpida en medio de una fuente.

La via augusta.-

En ocasiones, no entendemos a las cabezas pensantes de quienes toman decisiones en las altas esferas de nuestra nación pero, en algunas cosas no hace falta haber estudiado en la universidad y obtener una solución satisfactoria o acertada para el mayor número de personas.
Recuerdo de cuando era un crío de los que van con pantalón corto, el Sr. D. Adolfo Beltrán Guardiola y mi padre Julián Segarra Ortí, estaban hablando en Tarragona de algo que no puedo precisar por ser demasiado niño pero que debía ser sobre infraestructuras viarias y mi padre comentó que una carretera por el levante de España debería seguir un trazado similar al de la Vía Augusta.
Cuando se empezó a construir la Autopista del Mediterráneo, recuerdo algún que otro comentario en el sentido de crítica sobre el hecho de que todas las intervenciones de la Administración del Estado se concentraban en la costa cuando el trazado de la Autopista del Mare Nostrum debería haber seguido los postes de la línea de alta tensión.
Parece ser que el Gobierno Valenciano desde hace unos años está tomando conciencia del hecho que los vecinos de los pueblos del interior también somos valencianos y aunque a tramos y poco a poco, con el tiempo la CV-10 será una realidad de Valencia a Tarragona.

Las cerezas de La Salzadella.-

En el baricentro del Maestrazgo tenemos ubicado el llano de Sant Mateu que por razones geológicas dispone de una tierra muy fértil y aunque hoy los productos agrícolas no se cotizan, siempre fue el principal recurso de sus habitantes. Hacia el extremo sur del valle, se sitúa el pueblo de La Salzadella con un suelo más pobre y aunque también se cultiva tradicionalmente el olivo mediterráneo, muchos de sus labradores, en sus parcelas tienen plantados cerezos que, por sus características, se enraízan adecuadamente, favoreciéndoles con el cultivo de la cereza temprana. Para que el lector pueda imaginar el entorno, diré que cuando cae una gota de lluvia en la plaza del pueblo de La Salzadella, media gota sigue su curso hacia el río Benifarquell afluente de la rambla Cervera y la otra media, despidiéndose de su media gota, se dirige por el río San Miguel afluente del río Segarra hacia en Mar Mediterráneo para reencontrarse y contarse su respectivo viaje.
El imaginativo refranero de Maestrazgo nos cuenta: «Per cireres i en cistella, anem tots a Salzadella» y para el lector de habla hispana le comento su sencillo significado que nos viene a decir: Todos vamos al pueblo de La Salzadella con un cesto para recoger cerezas.
Al ser la cereza una de las primeras frutas primaverales y además, goza del llamativo color rojo, atrae poderosamente la atención desde nuestra más tierna infancia y a los niños, nos encanta ir a recogerlas, ponérselas en las orejas como unos pendientes y sobre todo comerlas. El problema de la fruta está en su conservación y desde siempre, las personas han activado su imaginación haciendo conservas para el crudo invierno, de entre ellas, tradicionalmente estaba el preservarlas en aguardiente. Actualmente el problema reside en que los fabricantes de aguardientes han desaparecido y como parece que no existen, cualquier persona que desee continuar la tradición, se ve obligada a utilizar los licores sucedáneos que elaborados a base de extractos sintéticos de laboratorio, se venden por las tiendas y en lugar de conservar las cerezas, las estropean.

Las cerezas de La Salzadella.-

En el baricentro del Maestrazgo tenemos ubicado el llano de Sant Mateu que por razones geológicas dispone de una tierra muy fértil y aunque hoy los productos agrícolas no se cotizan, siempre fue el principal recurso de sus habitantes. Hacia el extremo sur del valle, se sitúa el pueblo de La Salzadella con un suelo más pobre y aunque también se cultiva tradicionalmente el olivo mediterráneo, muchos de sus labradores, en sus parcelas tienen plantados cerezos que, por sus características, se enraízan adecuadamente, favoreciéndoles con el cultivo de la cereza temprana. Para que el lector pueda imaginar el entorno, diré que cuando cae una gota de lluvia en la plaza del pueblo de La Salzadella, media gota sigue su curso hacia el río Benifarquell afluente de la rambla Cervera y la otra media, despidiéndose de su media gota, se dirige por el río San Miguel afluente del río Segarra hacia en Mar Mediterráneo para reencontrarse y contarse su respectivo viaje.
El imaginativo refranero de Maestrazgo nos cuenta: «Per cireres i en cistella, anem tots a Salzadella» y para el lector de habla hispana le comento su sencillo significado que nos viene a decir: Todos vamos al pueblo de La Salzadella con un cesto para recoger cerezas.
Al ser la cereza una de las primeras frutas primaverales y además, goza del llamativo color rojo, atrae poderosamente la atención desde nuestra más tierna infancia y a los niños, nos encanta ir a recogerlas, ponérselas en las orejas como unos pendientes y sobre todo comerlas. El problema de la fruta está en su conservación y desde siempre, las personas han activado su imaginación haciendo conservas para el crudo invierno, de entre ellas, tradicionalmente estaba el preservarlas en aguardiente. Actualmente el problema reside en que los fabricantes de aguardientes han desaparecido y como parece que no existen, cualquier persona que desee continuar la tradición, se ve obligada a utilizar los licores sucedáneos que elaborados a base de extractos sintéticos de laboratorio, se venden por las tiendas y en lugar de conservar las cerezas, las estropean.