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Arne Gellrich.-

   Arne Gellrich, vino desde Oldenburg a visitar la Destilería de Julián Segarra de Chert para comprobar el resultado de la última destilación de licor carajillo SEGARRA y compararlo con la crema de café SEGARRA por contrastar cualidades.

   Según su criterio personal, deberá volver en otra ocasión a repetir porque en el examen solo alcanza el 4’9.

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El aroma de las plantas.-

Las plantas con sus aromas, nos ofrecen todo su amplio abanico de sensaciones estimulantes, de tal suerte que, por medio de nuestro sentido del olfato, nos invitan a acercarnos a ellas para beneficiarnos de sus propiedades, experimentando su poder con solo respirar el aire de su entorno.
Los principios activos de las plantas como, los alcaloides, los flavonoides, los taninos, los glucósidos, los mucílagos, los aceites volátiles, los alcoholes, los ésteres, los aldehídos, etc., estimulan el sentido del olfato y a la vez el sistema nervioso central, ejerciendo una acción directa sobre nuestras emociones y con solo oler o captar el aroma, el sistema límbico, activa la respuesta y desde el hipotálamo, se desencadena una vibración por todos nuestros centros nerviosos que se traduce en una sensación de relajación o de estimulación emocional, incidiendo en el comportamiento de las personas, modificando la sensibilidad, la tolerancia, el optimismo, la sensualidad, el recuerdo, la meditación, el relax, etc., en definitiva, restituyendo el equilibrio mental y corporal.
Para la extracción y conservación de las virtudes de las plantas y sus aromas, se utiliza el proceso de la destilación, una operación básica de la ingeniería basada en la diferente volatilidad y en el complejo trabajo y pericia del destilador para no estropear las cualidades que nos interesan de las plantas y separarlas de lo inservible, manteniendo, al transcurso del tiempo, la sapiencia de los viejos alquimistas.

El aroma de las plantas.-

Las plantas con sus aromas, nos ofrecen todo su amplio abanico de sensaciones estimulantes, de tal suerte que, por medio de nuestro sentido del olfato, nos invitan a acercarnos a ellas para beneficiarnos de sus propiedades, experimentando su poder con solo respirar el aire de su entorno.
Los principios activos de las plantas como, los alcaloides, los flavonoides, los taninos, los glucósidos, los mucílagos, los aceites volátiles, los alcoholes, los ésteres, los aldehídos, etc., estimulan el sentido del olfato y a la vez el sistema nervioso central, ejerciendo una acción directa sobre nuestras emociones y con solo oler o captar el aroma, el sistema límbico, activa la respuesta y desde el hipotálamo, se desencadena una vibración por todos nuestros centros nerviosos que se traduce en una sensación de relajación o de estimulación emocional, incidiendo en el comportamiento de las personas, modificando la sensibilidad, la tolerancia, el optimismo, la sensualidad, el recuerdo, la meditación, el relax, etc., en definitiva, restituyendo el equilibrio mental y corporal.
Para la extracción y conservación de las virtudes de las plantas y sus aromas, se utiliza el proceso de la destilación, una operación básica de la ingeniería basada en la diferente volatilidad y en el complejo trabajo y pericia del destilador para no estropear las cualidades que nos interesan de las plantas y separarlas de lo inservible, manteniendo, al transcurso del tiempo, la sapiencia de los viejos alquimistas.

Una quimica de narices.-

Son las sensaciones provenientes del sentido del olfato, las más fuertes que tenemos, porque consiguen estimular recuerdos por un tiempo superior al medio año, pero cuando debemos traducir en palabras los conceptos del mundo de los olores, se nos complica la mente porque somos verdaderos analfabetos y aunque se puede aprender a desarrollarlo desde nuestra más tierna infancia por ser el primero en aparecer en el momento del nacimiento, lo cierto es que de mayores, nos dejamos arrastrar por las imágenes en una sociedad que solo nos estimula el sentido de la vista y del oído.
El olfato y el gusto, son sentidos que podríamos llamar químicos porque para activarse, necesitan captar las sustancias químicas del entorno. Tanto nuestra nariz como la boca, disponen de unos epitelios o mucosas con millones de neuronas provistas de filamentos sensoriales que admiten activarse con las sustancias odorantes y gustativas, permitiendo su interpretación por nuestro cerebro.
Vivimos en una sociedad en las que las fragancias naturales son suprimidas o enmascaradas para ser camufladas, consiguiendo progresivamente atrofiar nuestro sentido del olfato, por otro lado, los mercados supuestamente competitivos, ofrecen toda una serie de alimentos de producción intensiva, con sabores totalmente diferentes a los que nos regala la sabia naturaleza y el resultado, es el cambio hacia un prototipo de personas con grandes capacidades sobre aritmética, geografía, ingeniería, bioquímica, mundología, etc., pero con grandes trastornos en la mitad de sus sentidos corporales.
Por suerte para la humanidad, aún quedan personajes ajenos a la alteración de nuestra sociedad globalizada, formando una elite de ciudadanos conscientes de las propias capacidades sensoriales humanas que, sin renunciar a ser civilizados, son valedores de nuestra herencia evolutiva y la razón de ser del oficio de destilador.

Una quimica de narices.-

Son las sensaciones provenientes del sentido del olfato, las más fuertes que tenemos, porque consiguen estimular recuerdos por un tiempo superior al medio año, pero cuando debemos traducir en palabras los conceptos del mundo de los olores, se nos complica la mente porque somos verdaderos analfabetos y aunque se puede aprender a desarrollarlo desde nuestra más tierna infancia por ser el primero en aparecer en el momento del nacimiento, lo cierto es que de mayores, nos dejamos arrastrar por las imágenes en una sociedad que solo nos estimula el sentido de la vista y del oído.
El olfato y el gusto, son sentidos que podríamos llamar químicos porque para activarse, necesitan captar las sustancias químicas del entorno. Tanto nuestra nariz como la boca, disponen de unos epitelios o mucosas con millones de neuronas provistas de filamentos sensoriales que admiten activarse con las sustancias odorantes y gustativas, permitiendo su interpretación por nuestro cerebro.
Vivimos en una sociedad en las que las fragancias naturales son suprimidas o enmascaradas para ser camufladas, consiguiendo progresivamente atrofiar nuestro sentido del olfato, por otro lado, los mercados supuestamente competitivos, ofrecen toda una serie de alimentos de producción intensiva, con sabores totalmente diferentes a los que nos regala la sabia naturaleza y el resultado, es el cambio hacia un prototipo de personas con grandes capacidades sobre aritmética, geografía, ingeniería, bioquímica, mundología, etc., pero con grandes trastornos en la mitad de sus sentidos corporales.
Por suerte para la humanidad, aún quedan personajes ajenos a la alteración de nuestra sociedad globalizada, formando una elite de ciudadanos conscientes de las propias capacidades sensoriales humanas que, sin renunciar a ser civilizados, son valedores de nuestra herencia evolutiva y la razón de ser del oficio de destilador.