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La ciudad de Zaragoza.-

A nuestra llegada, la carretera se confundía con la calle que estaba adoquinada en lugar de asfaltada, unos coches aparecían aparcados o estacionados en medio de la carretera y junto a las aceras de ambos lados de la calle, habían unos raíles por los que circulaba un tranvía.
Pasamos por la orilla del Río Ebro que, acostumbrado a ver la Rambla Cervera por la que solo lleva agua en épocas de lluvia torrencial y a cruzarlo por el puente colgante de Amposta cuando iba a visitar a mis tíos en Tarragona, me pareció inmensamente grandísimo, pero hay un anecdótico detalle que recuerdo con asombro.
De repente, mi padre de pone a hablar en castellano ante la atónita mirada de desconcierto que como un niño que siempre había oído a su padre hablar en valenciano no sabía que conocía ese idioma, yo pensaba que en Chert la única persona que sabía hablar en castellano era D. Delfín Molmeneu Querol el Sr. Maestro.

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El mare nostrum.-

Me imagino a los antiguos fenicios navegando por el mar Mediterráneo con aquellas galeras que ilustraban nuestros libros de historia de cuando íbamos a la escuela y que tanto esfuerzo nos exigía su aprendizaje, en las que aparecía un mástil central con una vela rectangular y unos remos laterales que supuestamente eran accionados a pilas de esclavos remando en las inclementes aguas marinas y soportando los embates de las olas, cuando posiblemente solo se usasen para acercarse o alejarse de las orillas costeras al repostar, embarcar o desembarcar.
Tras varias semanas de navegación, una galera fenicia se acercaba a la península Ibérica con viento en popa a toda vela, cuando de repente, divisa a los lejos unas pequeñas islas, se trata de las islas Columbretes que delatan la proximidad de la tierra firme del occidente y el capitán de la nave, manda corregir el rumbo hacia estribor que navegando por una latitud más septentrional, coloca proa en dirección al sur del gran río íbero.
Antes de llegar a su desembocadura, aparece por el horizonte la imagen de la esperada tierra en que la silueta emerge de forma majestuosa en medio del mar. Me refiero a la Chersoneso, lugar de llegada, repostage de provisiones y de agua que abundantemente brota a su alrededor como esculpida en medio de una fuente.