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Caracoles con tomate y cebolla.-

El cambio a luna llena en septiembre nos trajo lluvia para aflojar los granos de las uvas de su pedúnculo y favorecernos con perder la cosecha, pero como cualquier labrador del Maestrazgo, ya estoy acostumbrado a estas situaciones en las que las condiciones meteorológicas hacen que nunca llueva a gusto de todos.
La semana pasada fui a visitar las vides para comprobar el estado de maduración de las uvas y preparar la bodega para prensar la vendimia. Aprovechando la salida campera, me di un garbeo y recogí unos pocos caracoles que estaban saludándome para que los llevase a darles un paseo con la furgoneta de SEGARRA que siempre se agradece.
Durante unos días han estado comiendo harina en casa y hoy por la mañana he visto como se afanaban por entrar en la cazuela para que almorzase caracoles con tomate y cebolla. Al chuparlos, hacia más ruidera que Sayyid Jacmet, “aprendiz de conquistador”, cuando los probó por primera vez en la Aldea de Anroig.

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El estado de la cosecha.-

Con este tiempo climatológico tan cambiante que ora llueve y ora luce el Sol, me he acercado a visitar los viñedos del campo para comprobar como anda la maduración de los racimos en las cepas que aún nuestra indicios de insuficiencia como para empezar a recoger una buena cosecha de uvas y conseguir elaborar el buen vino que nos tiene acostumbrado todos los años y si el veranillo del membrillo se alargase, podremos aprovecharnos de una mejor maduración.
Las inclemencias atmosféricas son una más de las plagas del campo y cuando estás a punto de redondear la faena con la recogida del fruto de tu trabajo, siempre debe haber un «pero» que la dificulta o entorpece y aunque a estos cambios meteorológicos nunca estamos acostumbrados, las personas de campo o del mundo rural, nos resignamos a aceptarlos.
Por el momento, vamos bien, el verano no ha sido excesivamente caluroso y la maduración se ha ralentizado con lo que tenemos la ventaja añadida de conservar los granos de las uvas bien sujetas a su pedúnculo, permitiendo soportar firmemente su peso sin miedo a aflojarse y caerse por el suelo pudriéndose parte de la cosecha por culpa de los nubarrones del fin de semana.

El estado de la cosecha.-

Con este tiempo climatológico tan cambiante que ora llueve y ora luce el Sol, me he acercado a visitar los viñedos del campo para comprobar como anda la maduración de los racimos en las cepas que aún nuestra indicios de insuficiencia como para empezar a recoger una buena cosecha de uvas y conseguir elaborar el buen vino que nos tiene acostumbrado todos los años y si el veranillo del membrillo se alargase, podremos aprovecharnos de una mejor maduración.
Las inclemencias atmosféricas son una más de las plagas del campo y cuando estás a punto de redondear la faena con la recogida del fruto de tu trabajo, siempre debe haber un «pero» que la dificulta o entorpece y aunque a estos cambios meteorológicos nunca estamos acostumbrados, las personas de campo o del mundo rural, nos resignamos a aceptarlos.
Por el momento, vamos bien, el verano no ha sido excesivamente caluroso y la maduración se ha ralentizado con lo que tenemos la ventaja añadida de conservar los granos de las uvas bien sujetas a su pedúnculo, permitiendo soportar firmemente su peso sin miedo a aflojarse y caerse por el suelo pudriéndose parte de la cosecha por culpa de los nubarrones del fin de semana.