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La ilustre hipocresia del necio.-

Me he levantado esta mañana soñando que aún no he nacido, tengo toda la vida por delante para aprender y por ser un zoquete pueblerino, debo oír las estúpidas palabras de algún capitalino que, por haber asistido una vez a clase, suponen saber muchísimo más que los juiciosos.
Mirando a los niños del patio de las escuelas del pueblo donde vivo, observo que ora juegan a pelota, ora a saltar la tapia, por lo que entiendo que sus entretenimientos son cíclicos y de ahí su comportamiento humano en la vida, hasta el extremo de que, cuando una cosa está de moda, hasta el peor de los vicios se convierte en virtud.
Un cliente del cercano Delta del Ebro ahora residente en Barcelona, me ha preguntado por la ginebra segarra y se mostraba muy interesado porque las Ginebras de peor calidad incorporan a su elegante aroma y su sensual paladar unos rimbombantes llamados ingredientes botánicos de selectas hierbas y plantas aromáticas de pino, raíz de violeta, almendra dulce y amarga, flor de angélica, cardamomo, regaliz, ajedrea, anís, raíz de lirio, mandarina, casia, chufa, naranja dulce, corteza de limón, flor de vid, coriandro, piel de naranja, mentol, hinojo, nuez moscada, azafrán, naranja amarga, azahar, pimienta, canela, …
Corta el rollo de las especias ¡Jaume!, ¿hablamos de ginebra o de morcillas?.

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El incivico comportamiento.-

Un día visitando Clientes, debí parar mi camioneta, encontrando espacio, junto a la valla de un colegio. Cuando regresé a retirarla para irme a otro pueblo, los niños estaban jugando en el patio de la escuela y junto al vallado, había unos chiquillos con una piedra en la mano que, a modo de coche, la empujaban por el suelo. Junto al tronco del árbol, habían puesto un cartón doblado como si fuese una casita que hacía las funciones de cochera para guardar la piedra, quiero decir el supuesto coche.
Mientas estaba ensimismado admirando en el comportamiento de los atareados chavales, el Sr. Maestro llamó a todos para incorporarse en las obligaciones docentes y abandonar el recreo. En ese momento, un niño que jugaba a fútbol, deja la pelota y se acerca al árbol dando una patada al cartón-almacén y todos corren hacia la puerta del edificio.
Supongo que al día siguiente, los amantes del fútbol seguirían jugando con la pelota, los chiquillos de los automóviles, con sus coches-piedra y los rompedores de entretenimientos, rompiéndolo, que es lo que saben hacer, pero no será igual ni lo mismo, porque es imposible colocar el cartón-casa de la misma forma y en el mismo sitio.

El incivico comportamiento.-

Un día visitando Clientes, debí parar mi camioneta, encontrando espacio, junto a la valla de un colegio. Cuando regresé a retirarla para irme a otro pueblo, los niños estaban jugando en el patio de la escuela y junto al vallado, había unos chiquillos con una piedra en la mano que, a modo de coche, la empujaban por el suelo. Junto al tronco del árbol, habían puesto un cartón doblado como si fuese una casita que hacía las funciones de cochera para guardar la piedra, quiero decir el supuesto coche.
Mientas estaba ensimismado admirando en el comportamiento de los atareados chavales, el Sr. Maestro llamó a todos para incorporarse en las obligaciones docentes y abandonar el recreo. En ese momento, un niño que jugaba a fútbol, deja la pelota y se acerca al árbol dando una patada al cartón-almacén y todos corren hacia la puerta del edificio.
Supongo que al día siguiente, los amantes del fútbol seguirían jugando con la pelota, los chiquillos de los automóviles, con sus coches-piedra y los rompedores de entretenimientos, rompiéndolo, que es lo que saben hacer, pero no será igual ni lo mismo, porque es imposible colocar el cartón-casa de la misma forma y en el mismo sitio.