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Un billete de diez mil euros.-

Aunque no vea la televisión por no precisar disfrutar del famoso TDT, no lea los periódicos por carecer de tiempo adecuado para ello y no oiga la radio por necesitar prestar mi atención al trabajo que estoy realizando, de vez en cuando me entero de alguna que otra noticia de los más sugerente.
Al parecer, lo de la crisis es un sentimiento generalizado; lo de sentimiento lo digo porque en las sillas de las terrazas de los bares siempre observo personas trabajando en sus quehaceres y porque además, tomando como referente a los santos de lejos por ser más milagrosos, en este caso, a los del otro lado del Atlántico, la solución estadounidense sobre el endeudamiento aceptado, aconsejado o elegido, parece ser de lo más convincente.
Después de mucho pensar y analizar las posibilidades sociales, llego a la conclusión que, para poder mantener el estado del bienestar, lo mejor es fabricar billetes de 10.000 euros y cada mañana al levantarnos, pasar por el Ayuntamiento del pueblo para que a cada vecino se nos regale uno.

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La proporcion desproporcionada.-

¿Qué ocurre a esta sociedad del siglo XXI en la que nadie está contento de nada?. Siempre quejándose por lo que no hacen los demás cuando de lo que deberíamos preocuparnos es en intentar mejorar en nuestro trabajo para obtener un resultado bien hecho y sin observar al vecino.
Al acercarme al bar a tomar un café, con el precio del café tengo servicio de taza, plato, cuchara y azúcar, sin citar de mesa y silla o de taburete y barra, según dónde elija degustarlo, además de televisión, música, aseos, perchero, calefacción y acondicionamiento del aire, también dispongo de periódicos, cartas, parchís, dominó, futbolín y revistas, hasta conversación con el dueño del establecimiento y un largo etc. que bien mirado y mejor pensado hacen que el precio lo imagine barato.
Pero tanto hablar de crisis, nos tendremos que creer de su existencia y convencernos de estar náufragos en ella porque cuando precisamos pagar el café, por no hablar de cambiar unas ruedas del tractor agrícola con el que obtenemos los frutos de la tierra y los supuestos beneficios de la actividad agraria, precisamos de un capazo de olivas, un cesto de uva, un cubo de almendras, un saco de algarrobas o una caja de naranjas. El pasado día veintiuno de febrero, llenaba el depósito del combustible de la camioneta por 1’254 euros/litro y ayer día once de marzo, hacía lo mismo a razón de 1’307 euros/litro, un aumento del 4’23% que no debe afectar al IPC porque todo el mundo compra y paga sin quejarse.