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La cultura de un pueblo del Maestrazgo.-

Estos días hay mucha actividad en el patio de las escuelas, están cambiando las vallas delimitadoras de propiedad y como quiera que antes del edificio escolar estaba construida la destilería de Julián Segarra de Chert, la pared de este edificio particular, siempre ajeno a cualquier obra pública, goza del privilegio de vecindario.
Cuando ingresé por primera vez en la escuela, el recinto escolar estaba tapiado con una pared de mortero y piedras de unos dos metros de altura, salvo por la fachada principal que era menos alta porque encima se añadió una reja sujetada con columnas de ladrillos que aún se conserva y permite ver su bonita fachada. La tapia, tenía colocada unos postes de hierro macizo en L de un metro aproximadamente y aunque en el proyecto original se supone debería ir equipado con cuatro alambres de espino, nunca hizo falta el colocarlos.
Existen muchos parámetros para medir la cultura de un pueblo y a bote pronto, el más representativo por su inmediata visibilidad, es la altura de los postes anclados en la cerca del recinto instructivo más representativo. La cultura de Chert debe ser muy alta a juzgar por el vallado de dos metros de altura encima de una pared de dos metros. Ahora, con sus cuatro metros de altura, ya no se nos va a escapar el saber.

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El tubo fluorescente de Joan.-

A mi amigo Joan le han vendido un tubo fluorescente estropeado y lleva varios días intentando ponerlo en correcto funcionamiento. Ya está hasta la coronilla del inventillo porque cuando acciona el interruptor de la corriente eléctrica se comporta de forma intermitente como si fuese una discoteca y en consecuencia no cumple la finalidad perseguida.
Solicitando mi colaboración, solo sabe explicarme los síntomas pero nada de su montaje y me he acercado a ver la instalación. En principio todo está correctamente ensamblado pero es evidente la intermitancia, por lo que decido que el problema puede estar en el cebador. Lo cambiamos por otro nuevo y continúa con más de lo mismo. Ahora ya solo queda la opción de ser una deficiencia del tubo que, sustituido por otro se observa el correcto funcionamiento.
Para rubricar el empastre de la innecesaria compra de un cebador, se me ocurre una anécdota.
En una ocasión llegó a la Aldea de Anroig un cliente de Art Rustic a pasar el fin de semana. Venía con un flamante coche último modelo de alta tecnología con encendido electrónico integral y casualmente, a la mañana siguiente cuando quiso iniciar un itinerario por el Maestrazgo, el coche no arranca. Su conductor permanece durante un rato cabiloso y finalmente reclama los servicios de mi amigo Joan.
El dueño del llamativo coche que acapara todas las miradas de los vecinos de la Aldea de Anroig, le pregunta a Joan si por allí hay algún mecánico para solucionar el problema del encendido y Joan le aclara que en el pueblo de Chert hay taller, pero en la aldea, está su amigo Julianet que repara mecheros.
Se reclama la presencia de Julianet que después de mucho rascarse la cabeza viendo aquel extraño motor, pregunta:
– ¿Tiene gasolina?.
El dueño de coche responde:
– Ayer noche llené el depósito en la gasolinera antes de llegar a la aldea (otro día contaré el por qué el dueño llenaba el depósito al final del trayecto).
Entonces, está claro, dice Julianet el arreglador de mecheros:
– Si tiene gasolina, el problema del encendido está en la piedra.

La pared de piedra en seco.-

La agreste y montañosa geografía de las tierras del Maestrazgo, ha obligado al transcurso de los años a activar la imaginación de sus moradores y la forma de poder cultivar alguna planta para su subsistencia, fue la construcción de paredes de piedras alineadas formando los típicos bancales.
Son paredes de piedra en seco aquellas construidas tradicionalmente con la utilización únicamente de piedras de diferentes tamaños del lugar de la construcción, sin ningún tipo de mortero para fijarlas pero aprovechándose de otras piedras más pequeñas para nivelar a las más grandes, calzándose, inmovilizándose y ensamblándose convenientemente por su propio peso y tamaño.
Su utilización ha sido debida principalmente a la necesidad de sujetar la tierra de labranza para retener la escasa tierra que la lluvia torrencial arrastraba hacia las ramblas, separar los campos, los caminos y muy especialmente las propiedades de sus límites territoriales aunque en la actualidad, con el abandono progresivo de la agricultura por su escaso rendimiento económico, el interés es prácticamente nulo y solo sirven como atractivo turístico.

Lo carré del Tint.-

Aún podemos ver los soportes de piedra que sujetaban los palos donde tendía las telas tintadas el Tintorero de Chert en el edificio del tint.
No consigo imaginar porque le llamarán la calle del Tint a una calle que va desde la calle de La Font (hoy la fuente está bajo tierra y no es visible pero una escaleritas facilitaban antaño su acceso) al barranco dels Rosellanos llamado así porque su contiguo camino, conducía a los vecinos del pueblo de Rosell hasta Chert, brindándoles su acceso.
De los antecedentes obrantes en la memoria familiar, al abuelo de mi padre le llamaban Ramón Segarra Conesa, casado con Teresa Ferreres Gimeno (Treseta del Portal, porque nació en la casa junto al Portal de Chert) e hija del abuelo Julià (Julián el Tintorero).
¿Pero en Chert había un portal?.
En la sección de comentarios cualquier lector puede aportar aclaración.

El diploma en la pared.-

Tengo alguna dificultad en explicar para qué sirve un diploma en la pared sin enfadar al lector.
La posesión de un diploma, lo interpreto como el reconocimiento justificativo por algo excepcional o anecdótico de nuestra vida cotidiana al haber realizado alguna acción inesperada o diferente a la costumbre del día a día, lo que significa que habiendo expedido, entregado y recogido, el diploma, no debería servirnos como autocomplacencia de lo que hicimos algún día o del merecido agradecimiento.
Lo valioso en la vida, es nuestro continuo humilde trabajo diario, sin importar el nivel de cargo o relevancia, pensando que, al igual que en las paredes de piedra seca de los bancales de nuestro entorno, las piedras grandes se apoyan con las pequeñas; de la misma forma que en la escritura, los acentos, los puntos y las comas, ayudan a confeccionar correctamente las oraciones gramaticales; teniendo en cuenta que solo una vez en nuestra vida pasamos por un lugar y todo el bien que podamos hacer o todas las atenciones que podamos prodigar, nunca deberíamos descuidar y menos eludir o ignorar, aprendamos que el diploma colgado en la pared, bien pensado, solo sirve para mantenernos entretenidos quitándole regularmente el polvo y de hecho, muchas personas guardamos los nuestros, en los armarios.

El diploma en la pared.-

Tengo alguna dificultad en explicar para qué sirve un diploma en la pared sin enfadar al lector.
La posesión de un diploma, lo interpreto como el reconocimiento justificativo por algo excepcional o anecdótico de nuestra vida cotidiana al haber realizado alguna acción inesperada o diferente a la costumbre del día a día, lo que significa que habiendo expedido, entregado y recogido, el diploma, no debería servirnos como autocomplacencia de lo que hicimos algún día o del merecido agradecimiento.
Lo valioso en la vida, es nuestro continuo humilde trabajo diario, sin importar el nivel de cargo o relevancia, pensando que, al igual que en las paredes de piedra seca de los bancales de nuestro entorno, las piedras grandes se apoyan con las pequeñas; de la misma forma que en la escritura, los acentos, los puntos y las comas, ayudan a confeccionar correctamente las oraciones gramaticales; teniendo en cuenta que solo una vez en nuestra vida pasamos por un lugar y todo el bien que podamos hacer o todas las atenciones que podamos prodigar, nunca deberíamos descuidar y menos eludir o ignorar, aprendamos que el diploma colgado en la pared, bien pensado, solo sirve para mantenernos entretenidos quitándole regularmente el polvo y de hecho, muchas personas guardamos los nuestros, en los armarios.

Un alto en el escribir.-

Mañana miércoles, día veinticuatro de septiembre, posiblemente no escribiré nada en el blog, será un día muy especial dedicado al Sr. D. Raúl Abad, aunque bien pensado y mejor escrito, será don Raúl quien me dedique el día a mi y a otras personas que como yo, vamos disfrazados de esponjas y aunque no sea tiempo de carnavales, nuestras mentes son presa de una malévola y ávida intención cual es, la de absorber todos los conocimientos que podamos de su amplia sapiencia.
D. Raúl, en sus dominios territoriales, es para mi «El Maestro», el responsable directo de que durante un tiempo, cada día os haya entretenido con mis ocurrencias, que, aunque en principio y aparentemente no sirven para nada, solo pretenden tener la finalidad de despertar otras ideas en las mentes de quienes las lean y de esta sutil forma, piedra con piedra, como quien hace una pared, ayudar a engrandecer el conocimiento universal.
El Maestro, siempre es El Maestro y como en aquel programa televisivo de «Crónicas de un pueblo», al Sr. Maestro no siempre le sabemos dedicar un instante de nuestro tiempo para recordarle y agradecerle las lecciones que con tanto esfuerzo nos enseña durante el importante tiempo que nos regala y al final, contribuye a marcar otra etapa interesante en nuestra vida.

Un alto en el escribir.-

Mañana miércoles, día veinticuatro de septiembre, posiblemente no escribiré nada en el blog, será un día muy especial dedicado al Sr. D. Raúl Abad, aunque bien pensado y mejor escrito, será don Raúl quien me dedique el día a mi y a otras personas que como yo, vamos disfrazados de esponjas y aunque no sea tiempo de carnavales, nuestras mentes son presa de una malévola y ávida intención cual es, la de absorber todos los conocimientos que podamos de su amplia sapiencia.
D. Raúl, en sus dominios territoriales, es para mi «El Maestro», el responsable directo de que durante un tiempo, cada día os haya entretenido con mis ocurrencias, que, aunque en principio y aparentemente no sirven para nada, solo pretenden tener la finalidad de despertar otras ideas en las mentes de quienes las lean y de esta sutil forma, piedra con piedra, como quien hace una pared, ayudar a engrandecer el conocimiento universal.
El Maestro, siempre es El Maestro y como en aquel programa televisivo de «Crónicas de un pueblo», al Sr. Maestro no siempre le sabemos dedicar un instante de nuestro tiempo para recordarle y agradecerle las lecciones que con tanto esfuerzo nos enseña durante el importante tiempo que nos regala y al final, contribuye a marcar otra etapa interesante en nuestra vida.

El incivico comportamiento.-

Un día visitando Clientes, debí parar mi camioneta, encontrando espacio, junto a la valla de un colegio. Cuando regresé a retirarla para irme a otro pueblo, los niños estaban jugando en el patio de la escuela y junto al vallado, había unos chiquillos con una piedra en la mano que, a modo de coche, la empujaban por el suelo. Junto al tronco del árbol, habían puesto un cartón doblado como si fuese una casita que hacía las funciones de cochera para guardar la piedra, quiero decir el supuesto coche.
Mientas estaba ensimismado admirando en el comportamiento de los atareados chavales, el Sr. Maestro llamó a todos para incorporarse en las obligaciones docentes y abandonar el recreo. En ese momento, un niño que jugaba a fútbol, deja la pelota y se acerca al árbol dando una patada al cartón-almacén y todos corren hacia la puerta del edificio.
Supongo que al día siguiente, los amantes del fútbol seguirían jugando con la pelota, los chiquillos de los automóviles, con sus coches-piedra y los rompedores de entretenimientos, rompiéndolo, que es lo que saben hacer, pero no será igual ni lo mismo, porque es imposible colocar el cartón-casa de la misma forma y en el mismo sitio.

El incivico comportamiento.-

Un día visitando Clientes, debí parar mi camioneta, encontrando espacio, junto a la valla de un colegio. Cuando regresé a retirarla para irme a otro pueblo, los niños estaban jugando en el patio de la escuela y junto al vallado, había unos chiquillos con una piedra en la mano que, a modo de coche, la empujaban por el suelo. Junto al tronco del árbol, habían puesto un cartón doblado como si fuese una casita que hacía las funciones de cochera para guardar la piedra, quiero decir el supuesto coche.
Mientas estaba ensimismado admirando en el comportamiento de los atareados chavales, el Sr. Maestro llamó a todos para incorporarse en las obligaciones docentes y abandonar el recreo. En ese momento, un niño que jugaba a fútbol, deja la pelota y se acerca al árbol dando una patada al cartón-almacén y todos corren hacia la puerta del edificio.
Supongo que al día siguiente, los amantes del fútbol seguirían jugando con la pelota, los chiquillos de los automóviles, con sus coches-piedra y los rompedores de entretenimientos, rompiéndolo, que es lo que saben hacer, pero no será igual ni lo mismo, porque es imposible colocar el cartón-casa de la misma forma y en el mismo sitio.