• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

La ciudad de Zaragoza.-

A nuestra llegada, la carretera se confundía con la calle que estaba adoquinada en lugar de asfaltada, unos coches aparecían aparcados o estacionados en medio de la carretera y junto a las aceras de ambos lados de la calle, habían unos raíles por los que circulaba un tranvía.
Pasamos por la orilla del Río Ebro que, acostumbrado a ver la Rambla Cervera por la que solo lleva agua en épocas de lluvia torrencial y a cruzarlo por el puente colgante de Amposta cuando iba a visitar a mis tíos en Tarragona, me pareció inmensamente grandísimo, pero hay un anecdótico detalle que recuerdo con asombro.
De repente, mi padre de pone a hablar en castellano ante la atónita mirada de desconcierto que como un niño que siempre había oído a su padre hablar en valenciano no sabía que conocía ese idioma, yo pensaba que en Chert la única persona que sabía hablar en castellano era D. Delfín Molmeneu Querol el Sr. Maestro.

Anuncio publicitario

Las cerezas de La Salzadella.-

En el baricentro del Maestrazgo tenemos ubicado el llano de Sant Mateu que por razones geológicas dispone de una tierra muy fértil y aunque hoy los productos agrícolas no se cotizan, siempre fue el principal recurso de sus habitantes. Hacia el extremo sur del valle, se sitúa el pueblo de La Salzadella con un suelo más pobre y aunque también se cultiva tradicionalmente el olivo mediterráneo, muchos de sus labradores, en sus parcelas tienen plantados cerezos que, por sus características, se enraízan adecuadamente, favoreciéndoles con el cultivo de la cereza temprana. Para que el lector pueda imaginar el entorno, diré que cuando cae una gota de lluvia en la plaza del pueblo de La Salzadella, media gota sigue su curso hacia el río Benifarquell afluente de la rambla Cervera y la otra media, despidiéndose de su media gota, se dirige por el río San Miguel afluente del río Segarra hacia en Mar Mediterráneo para reencontrarse y contarse su respectivo viaje.
El imaginativo refranero de Maestrazgo nos cuenta: «Per cireres i en cistella, anem tots a Salzadella» y para el lector de habla hispana le comento su sencillo significado que nos viene a decir: Todos vamos al pueblo de La Salzadella con un cesto para recoger cerezas.
Al ser la cereza una de las primeras frutas primaverales y además, goza del llamativo color rojo, atrae poderosamente la atención desde nuestra más tierna infancia y a los niños, nos encanta ir a recogerlas, ponérselas en las orejas como unos pendientes y sobre todo comerlas. El problema de la fruta está en su conservación y desde siempre, las personas han activado su imaginación haciendo conservas para el crudo invierno, de entre ellas, tradicionalmente estaba el preservarlas en aguardiente. Actualmente el problema reside en que los fabricantes de aguardientes han desaparecido y como parece que no existen, cualquier persona que desee continuar la tradición, se ve obligada a utilizar los licores sucedáneos que elaborados a base de extractos sintéticos de laboratorio, se venden por las tiendas y en lugar de conservar las cerezas, las estropean.