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La Fabrica Nacional de Moneda y Timbre.-

Cuando hay un movimiento bursátil de valor en el dinero, vemos en las imágenes televisivas la película de una máquina de la Fabrica Nacional de Moneda y Timbre haciendo hojas de billetes de 50 euros. A mi me agradaría verlos de 50.000 euros pero dado que aún no existen, me conformaría con los de 500 euros. Estas llamativas imágenes inducen al error de pensar que los Gobiernos Occidentales tienen las máquinas en funcionamiento todos los días del año, incluso en los años bisiestos y para ellos, el disponer de dinero no es problema por ser los propietarios de las máquina de fabricarlos, por consiguiente, como ciudadanos de a pie, no debemos preocuparnos al estar salvados por una máquina que no se avería nunca y ante cualquier imprevisto, siempre está el Estado para subvencionarnos.
Cada vez que sale un billete en circulación, el valor del resto desciende proporcionalmente. El gran problema para los Estados Europeos y por extrapolación para sus ciudadanos, es que con las máquinas de hacer billetes no tienen suficiente dinero y precisan pedir aportaciones a los Contribuyentes.
Afortunadamente la cantidad de Contribuyentes va descendiendo progresivamente cada año y como no inventemos máquinas de hacer billetes de 10.000 euros para regalarlos a quienes acreditan estar necesitados, en pocos años lo vamos a tener pero que muy claro.

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Turismo, visitas o actividad economica.-

Desde hace muchos años los pueblos del interior tenían que desaparecer y las actividades económicas comerciales debían concentrarse en las poblaciones más grandes, con mayor número de habitantes y si eran capitales de provincia mejor. Las carreteras importantes se construian por la costa, el ferrocarril y hasta la autopista se trazó lejos del camino romano que con muchos más años de historia ya se había cimentado, también los centros educativos, los sanitarios, culturales, sociales, deportivos, etc., como si las personas que decidimos vivir en un pueblo no existieran.
De esta suerte, los precios de los productos de las actividades económicas agrícolas se han mantenido, incluso rebajado con el pretexto de no encarecer la cesta de la compra, para facilitar a los jóvenes pasar a desarrollar actividades ganaderas intensivas o emigrar a las empresas de las grandes ciudades y disponer de un salario acorde con las circunstancias sociales del momento. Las casas de los pueblos han quedado abandonadas y también hemos vivido el deterioro natural de nuestro entorno por falta de cuidados.
Os fuisteis a la ciudad por no ir al campo y ahora estáis anhelando el momento para poder regresar al campo, pero el campo no está preparado para recibiros, aunque la Consejería de Turismo empiece a subvencionar e incrementar anualmente ayudas para mejorar la difusión de los recursos turísticos ruinosos y poder atraer a más visitantes que tampoco pueden cubrir las necesidades económicas de los pueblerinos. Lo que necesitamos son menos trabas burocráticas para poder vivir como personas.

«Lo Lleó del Maestrat«.

El vicio de las ayudas.-

Dicen que el no molestar ya es ayudar aunque cuando algo se pone de moda, se convierte en virtud y posiblemente esa sea la plaga más importante que sufre actualmente el campo. Desde las últimas décadas, los labradores hemos sido mal considerados al convivir en una sociedad de constante evolución tecnológica y se nos ha arrinconado hasta los límites de la indefensión, de tal suerte, cada día hay menos personas dedicadas a las labores agrícolas y los sistemas de cultivo, se han intensificado de forma que los productos derivados de la actividad agrícola tiene la imagen o formato de los auténticos alimentos pero sin el contenido nutricional y menos vitamínico aunque, con añadidos o enriquecido.
La moda es tendente a que los labradores (no confundir con los granjeros), para mantener sus explotaciones agrícolas, no reciban el justo precio por el valor de su trabajo traducido en la venta de sus cosechas, sino ayudas, ayudas para renovar maquinaria, subvenciones por cultivar determinados alimentos o abandono de otros, ayudas que no ayudando a nada, ayudan a entorpecer el normal desarrollo de su actividad con la gestión administrativa de un papeleo inservible que se traduce en que para recibir una importante ayuda de hasta 50 euros, es menester ser gran productor o cosechero.
Se dice que en la Comunidad Valenciana hay censados más de 60000 tractores agrícolas, de los cuales algo más de 5000 tienen menos de 20 años de uso y el resto, casi 55000, superan esta edad y no disponen de los modernos sistemas con las avanzadas tecnologías de seguridad para los labradores que los usan, por ello, de vez en cuando se publica en el BOE alguna novedad como la del miércoles 12 de marzo que en el nº 62, lleva impresa la Orden APA/657/2008 de 29 de febrero en la que las ayudas van destinadas a la constitución y consolidación de entidades certificadoras de productos agrarios y alimenticios, mientras los labradores, los que manipulan la azada, obtienen por la venta del fruto de su trabajo, los ingresos suficientes para cambiar, de vez en cuando, alguna de las ruedas y mantener su flamante tractor nuevo Allgaier Porsche AP 22S de 1956. Quede claro que lo de nuevo, lo digo porque mi padre dispone de otro idéntico más viejo, también fabricado en Freidrichshafen pero en el año de 1953.

El vicio de las ayudas.-

Dicen que el no molestar ya es ayudar aunque cuando algo se pone de moda, se convierte en virtud y posiblemente esa sea la plaga más importante que sufre actualmente el campo. Desde las últimas décadas, los labradores hemos sido mal considerados al convivir en una sociedad de constante evolución tecnológica y se nos ha arrinconado hasta los límites de la indefensión, de tal suerte, cada día hay menos personas dedicadas a las labores agrícolas y los sistemas de cultivo, se han intensificado de forma que los productos derivados de la actividad agrícola tiene la imagen o formato de los auténticos alimentos pero sin el contenido nutricional y menos vitamínico aunque, con añadidos o enriquecido.
La moda es tendente a que los labradores (no confundir con los granjeros), para mantener sus explotaciones agrícolas, no reciban el justo precio por el valor de su trabajo traducido en la venta de sus cosechas, sino ayudas, ayudas para renovar maquinaria, subvenciones por cultivar determinados alimentos o abandono de otros, ayudas que no ayudando a nada, ayudan a entorpecer el normal desarrollo de su actividad con la gestión administrativa de un papeleo inservible que se traduce en que para recibir una importante ayuda de hasta 50 euros, es menester ser gran productor o cosechero.
Se dice que en la Comunidad Valenciana hay censados más de 60000 tractores agrícolas, de los cuales algo más de 5000 tienen menos de 20 años de uso y el resto, casi 55000, superan esta edad y no disponen de los modernos sistemas con las avanzadas tecnologías de seguridad para los labradores que los usan, por ello, de vez en cuando se publica en el BOE alguna novedad como la del miércoles 12 de marzo que en el nº 62, lleva impresa la Orden APA/657/2008 de 29 de febrero en la que las ayudas van destinadas a la constitución y consolidación de entidades certificadoras de productos agrarios y alimenticios, mientras los labradores, los que manipulan la azada, obtienen por la venta del fruto de su trabajo, los ingresos suficientes para cambiar, de vez en cuando, alguna de las ruedas y mantener su flamante tractor nuevo Allgaier Porsche AP 22S de 1956. Quede claro que lo de nuevo, lo digo porque mi padre dispone de otro idéntico más viejo, también fabricado en Freidrichshafen pero en el año de 1953.