• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

El error de forzar las ventas.-

A partir de los nueve años empecé a practicar el arte de vender pero solo obtuve beneficios económicos desde el día que me dí de alta fiscal por el desarrollo de tal actividad y pude facturar. Durante los años que duró el aprendizaje, coincidí accidentalmente en el difícil caminar de la vida con otros vendedores y observé su método de trabajo para ampliar mis conocimientos. En alguna ocasión, intenté sutilmente forzar una venta con el éxito esperado, pero pronto me di cuenta que si un cliente intermediario no vendía lo comprado, cada vez que accediese a su almacén, tropezaría con lo comprado y solo en una única ocasión, descaradamente obligue a una compra formalizada. He tenido la ocasión de probar colar un producto y obtener respuesta social con el consiguiente consumo del mismo, pero mi experiencia aconseja no intentar cambiar los hábitos de las personas.
Los productores actuales ajustan excesivamente los márgenes comerciales de sus beneficios y para mantener sus infraestructuras, el mercado les obliga a producir mucha cantidad con el lógico incremento del gasto y se ven ante la necesidad de lanzar a la venta una producción a bajo precio, lo que finalmente exige un comprensible deterioro de las cualidades con el equivocado criterio de ser competitivos.
Ser competitivo no es vender basura barata sabiendo que engañamos al Cliente que nos favorece con la compra, sino ajustar el precio a la calidad ofrecida siempre que lo que vendamos tenga algo de calidad y no sea exclusivamente el nombre.

Anuncio publicitario

Resignacion a la ilegalidad.-

Colaboración de María Asunción Segarra Esbrí.

Leía en La Vanguardia del día 30 de agosto, a mí las noticias siempre me llegan tarde, que los alcaldes de Vendrell y Calafell, se habían reunido con los interlocutores de los vendedores del top-manta para recordarles que el día 1 de septiembre finalizaba el plazo de los acuerdos que habían tenido al principio del verano con el Consellé d’Interior Juan Saura para la ocupación de una zona de tolerancia donde se permitía la venta ilegal.
Desconozco si en el pueblo de Vinaròs hay zona de tolerancia de venta ilegal, pero lo que sí sé es que todos los días, en la playa, cada 5 minutos pasa un vendedor ¿ilegal?, ofreciéndote toda clase de productos de imitación (bolsos, gafas de sol, películas, calzoncillos, collares, pulseras) y te invitan además, a hacerte un peinado afro o incluso un masaje y por las tardes-noches, en el paseo Blasco Ibáñez, se ponen a vender con la manta en el suelo. ¿Habrán llegado los interlocutores de los top-manta de Vinaròs a algún acuerdo legal o ilegal con el Ayuntamiento igual que con esos municipios catalanes?.
¿Y los legales?, al final del paseo Fora Forat todas las tardes de los meses de junio, julio y agosto, montan un mercadillo de artesanía, para el que todos los comerciantes presentan una solicitud al Ayuntamiento a tal efecto, en la que acompañan toda la documentación pertinente (DNI, IAE, Seg. Social, permiso de residencia, permiso de trabajo, tasas, registros, certificados y demás).
Y yo pregunto, si lo legal es legal y lo ilegal es legal, ¿qué más da llegar a un acuerdo legal o ilegal para estar legal si aunque estés ilegal, igual estás legal y tienes todos los derechos de los legales y no cumples ninguna obligación legal?.

Del usar y tirar.-

Cuando nos acercamos a un establecimiento comercial para adquirir un determinado producto, generalmente se nos atiende con una sonrisa en los labios para convencernos de sus cualidades y virtudes, cuando el ignorante vendedor, no sabe que no es él el que vende porque en realidad somos nosotros los que compramos y de esta suerte, nos vamos contentos con la nueva adquisición y el vendedor queda satisfecho de la repercusión adinerada por la operación económica.
A partir de ahora, hemos de cuidar muy mucho que lo comprado no se nos estropee porque, por si no lo sabemos, en el caso de que eso ocurra, nos percatamos de la imposibilidad de su reparación.
Si tenemos la desgracia de sufrir una contingencia y acudimos al establecimiento vendedor para solventarla, siempre ocurre que nuestro aparato ya no se fabrica, no existen piezas de repuesto, el fabricante ha cerrado el establecimiento y en definitiva, mejor hacernos la idea que deberíamos comprar otro nuevo tirando el usado al basurero.
Dependerá de nuestra cabezonería o de nuestros conocimientos adquiridos con esfuerzo durante los años de estudio en la escuela, aprendiendo las lecciones de nuestros Maestros y su aplicación práctica en el difícil caminar de la vida, para poder superar las dificultades que se nos han presentado y encontrar la solución de forma tan fácil y sencilla como los problemas de cuando estudiábamos.

Del usar y tirar.-

Cuando nos acercamos a un establecimiento comercial para adquirir un determinado producto, generalmente se nos atiende con una sonrisa en los labios para convencernos de sus cualidades y virtudes, cuando el ignorante vendedor, no sabe que no es él el que vende porque en realidad somos nosotros los que compramos y de esta suerte, nos vamos contentos con la nueva adquisición y el vendedor queda satisfecho de la repercusión adinerada por la operación económica.
A partir de ahora, hemos de cuidar muy mucho que lo comprado no se nos estropee porque, por si no lo sabemos, en el caso de que eso ocurra, nos percatamos de la imposibilidad de su reparación.
Si tenemos la desgracia de sufrir una contingencia y acudimos al establecimiento vendedor para solventarla, siempre ocurre que nuestro aparato ya no se fabrica, no existen piezas de repuesto, el fabricante ha cerrado el establecimiento y en definitiva, mejor hacernos la idea que deberíamos comprar otro nuevo tirando el usado al basurero.
Dependerá de nuestra cabezonería o de nuestros conocimientos adquiridos con esfuerzo durante los años de estudio en la escuela, aprendiendo las lecciones de nuestros Maestros y su aplicación práctica en el difícil caminar de la vida, para poder superar las dificultades que se nos han presentado y encontrar la solución de forma tan fácil y sencilla como los problemas de cuando estudiábamos.

El millon de euros.-

Con este dinero se puede comprar un pack que incluye todo lo que el vendedor esté dispuesto a ofrecer, mientras espera a que alguien pique en el anzuelo y lo compre.
Desde luego, con la exposición de motivos del titular periodístico que acabo de hacer, espanto a todos los peces y no encontraré en el mundo, a nadie dispuesto a regalarme la susodicha cantidad monetaria, de ahí la necesidad del marketing que hace más viable la posibilidad de venta de un producto que por si mismo no tiene ningún valor comercial.
Un artículo que se publicita tener la particularidad de combinar sabores de coco, vainilla y chocolate, es un licor y no un brandy. El brandy es cuestión de solera, el brandy que tiene solera, la tiene y el brandy que no la tiene, no la tiene y aquí no caben medias tintas.
Ya se que muchos lectores se preguntarán, ¿qué es eso de la solera?, pero este fabricante de brandy de pueblo, ¿de qué habla?.
Es público y notorio el seguimiento que se me hace a mis artículos epistolares, de los que los publicistas, aprovechan sus contenidos para intentar vender los licores de la competencia, desconociendo que los licores elaborados en la Destilería de Julián Segarra de Chert no tiene competencia en cualidades, aunque reconozco que se puede fabricar en lugar de destilar, con un resultado más barato y sin el nombre SEGARRA, pudiendo competir en el precio pero mis Clientes Consumidores, saben que cuando compran mis elaborados pagan el justo precio del exquisito licor contenido de los envases y no las florituras del envase, del embalaje o del pack.
Las botellas de licor que llevan adherida una etiqueta rotulada con la marca SEGARRA no precisan certificado de autenticidad porque el número de serie de la precinta fiscal, así lo acredita suficientemente.

El millon de euros.-

Con este dinero se puede comprar un pack que incluye todo lo que el vendedor esté dispuesto a ofrecer, mientras espera a que alguien pique en el anzuelo y lo compre.
Desde luego, con la exposición de motivos del titular periodístico que acabo de hacer, espanto a todos los peces y no encontraré en el mundo, a nadie dispuesto a regalarme la susodicha cantidad monetaria, de ahí la necesidad del marketing que hace más viable la posibilidad de venta de un producto que por si mismo no tiene ningún valor comercial.
Un artículo que se publicita tener la particularidad de combinar sabores de coco, vainilla y chocolate, es un licor y no un brandy. El brandy es cuestión de solera, el brandy que tiene solera, la tiene y el brandy que no la tiene, no la tiene y aquí no caben medias tintas.
Ya se que muchos lectores se preguntarán, ¿qué es eso de la solera?, pero este fabricante de brandy de pueblo, ¿de qué habla?.
Es público y notorio el seguimiento que se me hace a mis artículos epistolares, de los que los publicistas, aprovechan sus contenidos para intentar vender los licores de la competencia, desconociendo que los licores elaborados en la Destilería de Julián Segarra de Chert no tiene competencia en cualidades, aunque reconozco que se puede fabricar en lugar de destilar, con un resultado más barato y sin el nombre SEGARRA, pudiendo competir en el precio pero mis Clientes Consumidores, saben que cuando compran mis elaborados pagan el justo precio del exquisito licor contenido de los envases y no las florituras del envase, del embalaje o del pack.
Las botellas de licor que llevan adherida una etiqueta rotulada con la marca SEGARRA no precisan certificado de autenticidad porque el número de serie de la precinta fiscal, así lo acredita suficientemente.