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El colmo de lo absurdo.-

   Esta mañana he recibido en mi correo electrónico el artículo colgado en http://casaconjacuzzi.blogspost.com al que estoy suscrito, con el comentario de la chapuza legislativa reguladora de la recogida de setas.

   Mi amplia experiencia en la recogida de setas y lo digo con guasa y de esta forma para que quede constancia porque desde hace cuatro años soy «Recolector Mayor de Rovellones en el Reino de España» y a la llegada del tiempo propicio de su crecimiento, me apunto un día al año con mis amigos para acercarnos al monte y trincar todos los que encontramos a nuestro paso, me permite comentar el absurdo aspecto legal de la Orden.

   En calidad de agricultor fiscalmente declarado, cuando voy al campo a recoger los frutos de mi actividad agrícola, lo hago con capazo y saco, cuando he ido al monte a recolectar setas de las que solo elijo los rovellones, lo hago con cesta pero nunca se me ocurriría ir al campo o al monte acompañado de una balanza.

   Las balanzas se usan a nivel comercial por quienes supuestamente recogen setas (en la tienda de la esquina), mientras degustan una merendola en el bar o restaurante del pueblo. Hay que ser analfabeto de una actividad como la de recogida de setas para fijar los límites en 6 kilogramos, los límites, de haberlos, deberían medirse por cestos, porque al monte se va con cesta y no con balanza.

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La pregunta mas dificil.-

La dificultad de respuesta ante una pregunta por muy intrascendente que parezca, depende de nuestra sapiencia y memoria aunque, nunca estamos a tope de las posibilidades que se espera de nosotros cometiendo los errores más inimaginables ante las preguntas más simples, evidentes o elementales.
Se puede saber algo de alguna ciencia o de su aplicación práctica en un oficio, como para mantener una conversación animada con cualquiera, pero si se nos pregunta por algo tan elemental como es nuestro nombre y no sabemos responderlo, aparecemos ante el interlocutor como verdadero analfabeto.
Han venido unos señores a comprar unas botellas de los licores que elaboro a la destilería de Chert y se han sorprendido extrañamente de que disponga de página web, lo que ha propiciado que la conversación se condujese por el tema informático. En un momento dado, se me ha ocurrido decir que desde hace unos días estoy activando un blog y al hilo de la conversación, se me pregunta por el nombre del lugar para visitarlo. La cara de extrañeza ha sido de lo más elocuente porque verdaderamente desconozco el nombre de la dirección de ubicación del blog que estoy haciendo, por lo que para paliar en lo sucesivo cualquier contingencia de esta clase, he montado un truquillo en el dominio http://www.destilator.com. Mientras estaba ensimismado, la imaginación ha volado hacia una página de enlaces exclusiva para bloges porque, durante la programación de la página, se me ha ocurrido hacerla extensiva a todo el mundo que quiera aprovecharse al igual que tengo la web de los enlaces.

Una quimica de narices.-

Son las sensaciones provenientes del sentido del olfato, las más fuertes que tenemos, porque consiguen estimular recuerdos por un tiempo superior al medio año, pero cuando debemos traducir en palabras los conceptos del mundo de los olores, se nos complica la mente porque somos verdaderos analfabetos y aunque se puede aprender a desarrollarlo desde nuestra más tierna infancia por ser el primero en aparecer en el momento del nacimiento, lo cierto es que de mayores, nos dejamos arrastrar por las imágenes en una sociedad que solo nos estimula el sentido de la vista y del oído.
El olfato y el gusto, son sentidos que podríamos llamar químicos porque para activarse, necesitan captar las sustancias químicas del entorno. Tanto nuestra nariz como la boca, disponen de unos epitelios o mucosas con millones de neuronas provistas de filamentos sensoriales que admiten activarse con las sustancias odorantes y gustativas, permitiendo su interpretación por nuestro cerebro.
Vivimos en una sociedad en las que las fragancias naturales son suprimidas o enmascaradas para ser camufladas, consiguiendo progresivamente atrofiar nuestro sentido del olfato, por otro lado, los mercados supuestamente competitivos, ofrecen toda una serie de alimentos de producción intensiva, con sabores totalmente diferentes a los que nos regala la sabia naturaleza y el resultado, es el cambio hacia un prototipo de personas con grandes capacidades sobre aritmética, geografía, ingeniería, bioquímica, mundología, etc., pero con grandes trastornos en la mitad de sus sentidos corporales.
Por suerte para la humanidad, aún quedan personajes ajenos a la alteración de nuestra sociedad globalizada, formando una elite de ciudadanos conscientes de las propias capacidades sensoriales humanas que, sin renunciar a ser civilizados, son valedores de nuestra herencia evolutiva y la razón de ser del oficio de destilador.