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El amigo litio.-

Cuando era muy pequeño se utilizaban habitualmente las pilas de carbón, recuerdo que en una ocasión el Sr. Morera vino a sustituir las pilas del teléfono y me regaló las viejas porque aún no estaban agotadas y podría jugar con ellas, mi abuelo, al enterarse, me las rompió arrojándolas con toda su fuerza contra la pared con la excusa de que casa no podía jugar con la electricidad por tener depósitos con alcohol.
En mi época de estudiante, se popularizaron las baterías de níquel-cadmio que, por ser recargables, eran aprovechadas en las calculadoras personales de bolsillo y con gran rapidez se pusieron de moda. Por su excesivo peso, al igual que las baterías de plomo de los automóviles, entendía que eran un obstáculo para el avance de la tecnología electrónica que necesita de la energía eléctrica para su funcionamiento.
La solución para el perfeccionamiento tecnológico, nos ha venido de la mano de litio, muy interesante en el campo del almacenamiento de esta energía, ya que gracias a la reacción química de pasar del catión litio (ión con carga eléctrica positiva) a litio metal (átomo sin carga eléctrica) presenta uno de los diferenciales de voltaje más negativos que existen, por lo que se consigue una pila con una fuerza electromotriz muy elevada, sin mencionar el bajo peso específico de este metal que favorece el construir dispositivos muy ligeros.

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El incivico comportamiento.-

Un día visitando Clientes, debí parar mi camioneta, encontrando espacio, junto a la valla de un colegio. Cuando regresé a retirarla para irme a otro pueblo, los niños estaban jugando en el patio de la escuela y junto al vallado, había unos chiquillos con una piedra en la mano que, a modo de coche, la empujaban por el suelo. Junto al tronco del árbol, habían puesto un cartón doblado como si fuese una casita que hacía las funciones de cochera para guardar la piedra, quiero decir el supuesto coche.
Mientas estaba ensimismado admirando en el comportamiento de los atareados chavales, el Sr. Maestro llamó a todos para incorporarse en las obligaciones docentes y abandonar el recreo. En ese momento, un niño que jugaba a fútbol, deja la pelota y se acerca al árbol dando una patada al cartón-almacén y todos corren hacia la puerta del edificio.
Supongo que al día siguiente, los amantes del fútbol seguirían jugando con la pelota, los chiquillos de los automóviles, con sus coches-piedra y los rompedores de entretenimientos, rompiéndolo, que es lo que saben hacer, pero no será igual ni lo mismo, porque es imposible colocar el cartón-casa de la misma forma y en el mismo sitio.