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Los conceptos claros.-

En una ocasión, entregue una tarjeta personal de las mi actividad de destilador y en ella, va rotulada la expresión «El Fabricante de Aguardientes de Chert«, una chuleada que arrastro de la época de cambio generacional en la actividad de destilador en mi familia, en la que la asidua correspondencia epistolar entre los diferentes departamentos u organismos, tanto autonómicos como estatales, se vieron notablemente incrementados por desconocimiento de mi trayectoria comercial y personal ante su nula existencia.
Actualmente la actividad de destilador puedo decir que casi se ha perdido, solo queda reducida a unos pocos nostálgicos que se niegan de cerrar sus respectivos negocios y a su muerte natural, se podrá eliminar el casi, por su verdadera desaparición.
La regulación administrativa en España, considera al negocio que desarrollo como un establecimiento industrial en donde las materias primas se transforman en productos para el consumo, de ahí la expresión fabricante.
Las reglamentaciones españolas, tanto genéricas como específicas, entienden que aguardiente es cualquier destilado alcohólico de mediana graduación susceptible de ser apto para uso de boca o alimenticio, de ahí la expresión aguardientes. El plural lo justifico porque además de brandy, también se elaborar ron, ginebra, anís y demás licores.
Y Chert, es el lugar del emplazamiento del negocio, punto de residencia y trabajo del comerciante destilador con nombre propio, su ubicación en el mundo, en donde podrá usted encontrar al Destilador del Maestrazgo si se acerca a conocerlo y si lo pilla con una sonrisa en los labios pero con la perversa mente de destilator, igual de obliga a degustar alguna copita de sus exquisitos licores destilados de las plantas naturales que recoge personalmente en los montes de su tierra durante los días óptimos de su maduración.

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La ignorancia del no querer saber.-

Tampoco es necesario haber cursado grandes estudios universitarios y presumir de pared llena de diplomas para poder dejar de ser ignorante y máxime hoy que tenemos a nuestro alcance la biblioteca universal del Internet a la que cada cual agrega sus conocimientos o escribe sus ocurrencias.
Afortunadamente para las personas de a pie, los Estados están gobernados por las mentes más ilustres del país y continuamente se cambian las leyes para mejorarlas y adaptarlas a las nuevas tendencias comerciales, de forma que lo que ayer era prohibido, hoy, a consecuencia de un estudio realizado por un importante científico de una importante universidad de un importante lejano lugar, goza de las mejores propagandas indicativas de lo bien que con su consumo se favorece el desarrollo físico personal.
Y en consecuencia, no somos bobos, porque no tomamos un pitobob, ya que si elegimos comer sin masticar un pitoton, continuamos siendo un poco más tontos de lo que éramos antes de su ingesta, aunque he de reconocer que, tras la deglución, en el cuerpo del incauto consumidor, se produce una sensación de rejuvenecimiento que notas como cada día eres más viejo porque para que te funcione el inventillo, en lugar de uno, deberías beberte dos.

El acceso a internet.-

La aparente complejidad de la red de Internet, hace que aflore nuestra sapiencia y cuando algo no funciona como nosotros esperamos, trasladamos nuestro problema al vecino, al que le participamos del anormal funcionamiento de nuestra infraestructura, en la confianza que sea él quien ponga sus conocimientos a nuestra disposición para que nos solucione la incidencia y correr solícito al bar, a presumir de lo bien que nos funcionan las nuevas tecnologías en nuestra computadora personal.
En la sociedad de consumo que nos ha tocado vivir, todo se mueve alrededor de lo mismo y si cuando vamos a comprar una botella de Brandy del Maestrazgo no tenemos el servicio esperado, nunca es culpa del destilador sino de tendero o bodeguero a quien le compramos y que, por no pagar, dispone y ofrece lo que se merece, porque al comprar una botella de licor de la marca SEGARRA, no solo pagamos el contenido de la botella, sino el tenerla a nuestra disposición, impuestos, servicio, transporte, envasado, destilación, en fin, «todo» y cuando alguien de la cadena no paga lo que debe, se rompe.
En Internet ocurre lo mismo, cuando pagamos una conexión a determinada velocidad, pagamos la conexión y la velocidad, pero si quien nos factura, no paga lo que debe, ni tenemos conexión, ni velocidad y a quien debemos remitir las quejas, es a quien pagamos, no al vecino, cuando nada tiene que ver con nuestros contratos comerciales y aceptado o resignado mal servicio, de hecho, Julián Segarra Esbrí de Chert, tiene acceso a todos los artículos publicados en la red de Internet y con la conexión internáutica de rural wifi gratuita, se puede comprobar fácilmente por quienes se acerquen a la zona de cobertura aunque, como es gratis, no se puede protestar.