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El dia de fiesta.-

Los truenos de esta mañana, han despertado mi plácido sueño, San Pedro estaba cambiando cajas en el cielo y por eso hacía tanta ruidera, o tal vez, como ayer se celebró el día de San Mateo, hoy retiraban los carafales de los festejos celestiales, pero en cualquier caso, la lluvia que acompañaba posteriormente a los truenos, no solamente nos permite celebrar el día de trabajo libre de faena, sino que nos favorece con la pérdida de parte de la cosecha, la que aún está pendiente de recolección.
Así es la vida del campo, todo el año haciendo los deberes con nuestras obligaciones cotidianas y cuando estás a punto de recoger el fruto de tu trabajo, unas simples inclemencias meteorológicas de última hora, acaban con tus ilusiones y te hundes en la impotencia de no poder hacer nada, aunque bien pensado, estas lluvias impertinentes, nos favorecen con la innecesidad de continuar el esfuerzo de la recolección siempre tan sacrificado.
El preciso instante de la publicación de este artículo en el blog, debería coincidir astronómicamente con el cambio de solsticio de verano con el solsticio de otoño y como cuando se trata de celebraciones, cualquier excusa es buena, durante los días en los que la tierra del campo permanezca mojada, vamos a celebrar el final de la recogida de la cosecha con muy buena cara.

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El estado de la cosecha.-

Con este tiempo climatológico tan cambiante que ora llueve y ora luce el Sol, me he acercado a visitar los viñedos del campo para comprobar como anda la maduración de los racimos en las cepas que aún nuestra indicios de insuficiencia como para empezar a recoger una buena cosecha de uvas y conseguir elaborar el buen vino que nos tiene acostumbrado todos los años y si el veranillo del membrillo se alargase, podremos aprovecharnos de una mejor maduración.
Las inclemencias atmosféricas son una más de las plagas del campo y cuando estás a punto de redondear la faena con la recogida del fruto de tu trabajo, siempre debe haber un «pero» que la dificulta o entorpece y aunque a estos cambios meteorológicos nunca estamos acostumbrados, las personas de campo o del mundo rural, nos resignamos a aceptarlos.
Por el momento, vamos bien, el verano no ha sido excesivamente caluroso y la maduración se ha ralentizado con lo que tenemos la ventaja añadida de conservar los granos de las uvas bien sujetas a su pedúnculo, permitiendo soportar firmemente su peso sin miedo a aflojarse y caerse por el suelo pudriéndose parte de la cosecha por culpa de los nubarrones del fin de semana.

Del turismo de masas.-

Estamos en plenas fiestas patronales en la mayoría de los pueblos del Maestrazgo en el entorno de Chert, festejos que se preparan ilusionadamente no porque sea la mejor época para tomar las merecidas vacaciones, ni porque las empresas concedan mayoritariamente a sus trabajadores el mes de recreo que por ley les corresponde, sino porque tradicionalmente después de la recogida de las cosechas, antaño, principal fuente de ingresos económicos de las unidades familiares pueblerinas, se daba Gracias a Dios por haber propiciado la abundancia de frutos que permitirán soportar el crudo invierno.
La emigración desde los pueblos a las ciudades durante la última mitad del siglo XX, favorece para las fiestas mayores la llegada a los pueblos de forasteros, tanto de hijos del pueblo como de extranjeros que habiéndonos conocido, eligen disfrutar y compartir su tiempo de ocio con nosotros, motivando un incremento de jolgorio y consumo, lo que nos permite aprender a practicar los buenos hábitos de la atención turística.
Durante estos días, es cuando callejea la banda de música deleitando los oídos de todos los vecinos, se preparan las carrozas y los desfiles, se montan los carafales, se disfruta de los toros en las calles y en la plaza y de los bailes con las orquestas, etc., todo en atención a un turismo de masas que se incrementa si publicitamos algún toro embolado, pero diez días después de estos festejos, cada cual se va hacia su lugar ocupacional y el pueblo se queda con los vecinos de siempre, con los que con nuestro trabajo diario verdaderamente hacemos pueblo y continuamos atendiendo personalmente al curioso forastero que se acerque a visitarnos.

Hoy hemos tenido suerte.-

Aunque por encima de la Mola de les Calderes continúan viéndose nubarrones negros parece como si el susto ya hay pasado.
Hace tan solo una hora la oscuridad se ha apoderado de Chert, el viento del oeste arrastraba unas nubes que presagiaban tormenta y en cambio, en el ambiente se hacía sentir un bascoso airecillo de levante, de repente, pasadas las cinco de la tarde unas extrañas gotas de lluvia acompañadas de unos crocks catacroks hacían presentir lo peor, el nivel de luminosidad ambiental ha descendido lo suficiente como para activar las células sensoras y se han encendido las luces públicas del pueblo como si de noche se tratase, mientras tanto, un malévolo rumos se oía en las altas capas de la atmósfera.
Los labradores estamos acostumbrados a conocer este indeseado momento y antaño, cuando se presentaba, algunas personas coordinadas, se acercaban en dirección a la tormenta y lanzaban unos cohetes aéreos explosivos que calentaban las piedras de granizo del interior de la nube ayudando a precipitase en compañía de agua e impidiendo que el granizo estropease las cosechas.
En la actualidad como los productos derivados de la actividad agrícola carecen de valor e interés comercial y social, los cohetes se guardan para las festividades locales y no se permite su utilización para estos necesarios, aconsejados y útiles menesteres.
Por suerte para todos, el calor de las nubes levantinas no era suficiente como para elevar las nubes tormentosas superiores más frías y el granizo, no ha precipitado como tal, ha empezado a llover de forma prudencial y la cosecha de la uva de esta nualidad, por el momento, se ha salvado.