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El turismo de los grandes eventos.-

La sobreexplotación de los recursos naturales realizada por las actividades humanas siempre es perecedera y con el paso del tiempo, la sociedad también se da cuenta de la cambiante evolución de las necesidades colectivas, lo que precisa desarrollar nuevas ocurrencias con las que atraer a otros diferentes sectores de población con visitantes dispuestos a favorecernos con la compra de nuevos servicios.
Aparece la importancia, como dependiente de la majestuosidad del acontecimiento y de la capacidad de concentración de grandes cantidades de personas como auténticos hormigueros, siendo la clave del éxito de cualquier iniciativa que, en definitiva, viene medida por el número de toneladas de basura e inmundicia que dejan abandonada por los suelos donde se concentra la avalancha de personas incívicas y ruidosas que acuden a presenciarlo, porque lo verdaderamente importante, son las cifras macroeconómicas que posteriormente se publicarán para abrumarnos con las escandalosas cantidades, nunca imaginables y que en definitiva nos presentan y recuerdan la pequeñez del ser humano.
Los medios de comunicación cautivadores de masas que nos hablan del glamour y de la desconocida gente vip, siempre serán capaces de poner el mayor énfasis posible en la divulgación del evento para poder despertar la necesidad de asistencia del incauto visitante, facilitando el poder presumir ante los amigos, de su estancia y anónima presencia. Al final, todo queda abandonado en el recuerdo y nadie habla del fracasado rendimiento de la inversión realizada.

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El oficio de destilador.-

Aplicando la regla del redondeo, durante algunos más de los últimos ciento cincuenta años en mi familia alguien se ha dedicado entre otras actividades al oficio de destilador de alcoholes naturales para su obtención y uso en la fabricación de los aguardientes y con la aparición del impuesto sobre la renta del alcohol hace más de cien años, también a la elaboración de las bebidas derivadas de los alcoholes naturales conocidas genéricamente con el nombre de licores y como en todas la etapas de la vida, la evolución ha sido constante pero, no para mejorar la técnica de la destilación que no es mejorable y quien afirme lo contrario, engaña, sino para adaptar la técnica de la destilación a las cambiantes ordenanzas reguladoras y como afortunadamente hoy casi se ha perdido, quedándose reducida a la separación de los componentes derivados del petróleo, el oficio de destilador como tal, también ha desaparecido.
Hace algún tiempo leía en el BOE la creación de reglamentaciones nuevas para regular oficios modernos que algunas personas realizan sin ningún tipo de preparación profesional y se me ocurrió que podría poner al Departamento de Cultura y Educación de la Generalidad Valenciana en funcionamiento para comprobar qué inventaban para el oficio de mi familia.
Me consta que en la única ciencia docente donde se cita el proceso de la destilación, es en el segundo ciclo de las enseñanzas que imparte el Departamento de Ciencias Químicas de la Universidad en la rama de Química Técnica pero como esta instrucción no tiene salida comercial, las lecciones son más bien teóricas, no obstante, como también estoy reconocido fiscalmente como profesor de formación y perfeccionamiento profesional, el día que por ley se me exija una acreditación de destilador titulado, para tranquilidad de los Consumidores de mis elaborados, deberé examinarme a mi mismo y expedirme la licencia, garantizando la elaboración de los licores destilados de las plantas naturales en el pueblo de Chert mientras viva mi padre Julián Segarra Ortí.

El homo sapiens.-

Desde que nacemos, empezamos a descubrir un nuevo mundo totalmente desconocido que puede ser fascinante o frustrante según la instrucción que vamos recibiendo en el avance de nuestro aprendizaje, tal vez por ello, a nuestra especie la autodenominemos «homo sapiens» que significa el que quiere saber. Lo cierto es que la evolución tecnológica de los últimos tiempos nos pilla a todos fuera de juego e intentar incorporarla en nuestra vida, es tarea harto difícil al exigirnos una reorganización interna del cerebro y del espíritu que no siempre estamos dispuestos a poder realizar, mas si cabe, cuando en el mundo consumista, lo que ayer era un gran avance, hoy descubrimos como algo obsoleto porque, no somos nosotros los que evolucionamos sino las máquinas de nuestro entorno de las que solo aprovechamos una pequeñísima parte de sus posibilidades.
Un buen día tuve interés en aprender a programar en hipertexto y así lo hice porque el Internet me brindaba la oportunidad de almacenar información en una libreta de un armario de mi casa tan especial para mi, que por sus características, a su vez permitía a todo el mundo acceder a esta información de la que su importancia, residía en las ideas u ocurrencias que podía despertar en el lector para la ejecución de nuevas iniciativas y entre todos, cada cual en su parcela, compartir del conocimiento universal al alcance de todos nosotros mismos en cualquier parte de mundo y a cualquier hora. Ahora ya no era menester ir a una biblioteca en su horario público para instruirnos, nosotros, desde nuestra propia voluntad, avanzamos en los conocimiento que nos inquietan desde cualquier lugar y en cualquier instante. Pero, aquí nace el gran problema del autoaprendizaje. El ser autodidacto es tarea harto difícil y exige mucha voluntad o interés. Las personas somos seres de costumbres y cuando aprendemos a hacer una cosa de una manera, nos es muy difícil abandonar el método que tanto sacrificio nos cuesta en aprenderlo, para volverlo reaprender de otra forma que se supone debería ser la correcta.
En este preciso instante hay una corriente de sentimiento colectivo por el que al parecer, si no tienes un blog eres casi menos que subnormal, pero el blog, no es una planta cualquiera en un monte, no es un árbol que plantamos en nuestro campo y podemos ir a cuidarlo cualquier día que nos plazca, sino que se trata de un hijo al que debemos prodigarle todos los cuidados diarios que podamos y que por nuestras obligaciones, no siempre estamos dispuestos a concederle, por consiguiente, el resultado es el que es y todos los días nacen bloges nuevos y al igual que en el mundo del comercio, casi todos quedan en el olvido perdidos por las unidades de memoria internáutica de la red, pero aún así, lo importante no es lo que nosotros hayamos podido escribir para compartir en un instante de nuestra vida, sino la ocurrencia que pueda despertar en la mente del lector, en cualquier otro momento de la suya.