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Ofrecer o vender.-

Hay dos formas diferentes de entender el comercio, un árbol en el que florecen muchos y maduran pocos.
Los comerciantes que lo son de verdad, observan las tendencias de los consumidores que consumen de verdad y fabrican y comercializan aquello que los potenciales clientes de masas quieren comprar, la moda, la novedad, el boom, mientras los estudiosos de marketing, colaboran elaborando sus informes en base a los caprichos del momento, sabiendo que no se van a vender más que un determinado número de unidades de aquel competitivo producto.
Paralelamente a este mercado de masas, existe un reducido mercado sin valor comercial, cual es el de aquellos Personajes que no siendo Consumidores habituales, precisan para un determinado momento de su vida algo muy bueno, algo exquisito o algo diferente y buscan al fabricante o al elaborador capaz de ofrecer con el fruto de su trabajo y saber, el deleite exclusivo de aquellas pocas personas que lo saben apreciar.
Con este simple y elemental planteamiento comercial, es fácil comprender como en un pequeño pueblo del Maestrazgo como es Chert, continúe existiendo una tradición centenaria en la elaboración de licores por destilación de plantas silvestres recogidas y seleccionadas por el propio Julián Segarra durante los días correctos de su maduración en los montes del Maestrazgo, los destile conservando todas sus propiedades originales en el alambique de cobre calentado con fuego de leña de olivo en su destilería y los envejezca de forma natural en la quietud de los barriles de roble de su bodega para ofrecerlos a sus distinguidos y muy estimados Amigos.

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Con la naturaleza salvaje.-

«Nos fuimos del pueblo a la ciudad por no ir al campo y ahora debemos regresar al pueblo para ir al campo».
Este es un fenómeno social que cada día está más de moda y como las costumbres, cuando se generalizan parecen ser virtudes, es frecuente tropezarte los fines de semana con los nuevos defensores del paisaje, el entorno y la riqueza de la naturaleza, paseando y husmeando por los montes de nuestro prestigioso Maestrazgo.
Por el tiempo de la primavera, aparece la floración de muchas plantas que, causando admiración al curioso caminante por el colorido de sus flores, nos aportan muchas de las propiedades que el organismo humano necesita en pequeñas proporciones para la renovación de sus células y que los animales salvajes conocen inconfundiblemente.
Algunas personas aprovechan el paseo para su recolección y una forma de conservación, es añadirlas a una botella del clásico aguardiente destilado de vino de toda la vida, el problema está en localizarlo, porque en el mercado del súper ya no existe, al no ser un licor comercial, no obstante, Julián Segarra, continua elaborándolo en su destilería de Chert para disfrute del amante de las cosas buenas, auténticas y naturales.

El envejecimiento natural.-

Dicen que viviendo viviendo nos vamos muriendo y debe ser cierto porque, que se sepa, ningún nacido vive eternamente. El envejecimiento, es un proceso natural de la vida misma, pero no exclusivo de la naturaleza humana, sino también de las actividades comerciales y aunque en el árbol del comercio florecen muchos comerciantes, lo que se dice madurar, maduran muy pocos.
En un mercado tan evolucionado como el que tenemos actualmente, el envejecimiento es tan rápido que lo que hoy es alta tecnología de vanguardia, mañana se ha convertido en atraso obsoleto que nadie quiere, en cambio, existen productos en los que el envejecimiento, les aumenta su prestigio y valor como es el caso de los buenos licores.
En mi actividad económica, se valora el envejecimiento natural dentro de barriles de roble porque tales recipientes, por su naturaleza, cambian poco a poco las características organolépticas del licor que contienen, provocando lo que se denomina mermas de envejecimiento y que son las causantes del incremento del precio en el acabo final tanto en el brandy como en el ron, no así con los otros licores, en los que el sabor y cualidades, proceden de las propiedades de las plantas base de su extracción, por ello, solamente son los sabios entendidos, con paladares muy delicados, quienes al probar, aprecian las singularidades que diferencian los licores de envejecimiento natural de los maquillados con sabores artificiales sintéticos de laboratorio y sentencian, el brandy no es cuestión de gustos sino de solera y el que la tiene, la tiene y el que no la tiene, no la tiene.