• Páginas

  • Categorías

  • Archivos

El telescopio espacial Hubble.-

El día 24 de abril de 1990, se puso en órbita un telescopio capaz de obtener imágenes con una resolución óptica mayor de 0,1 segundo de arco y hasta el límite de la difracción, con la grandísima ventaja añadida cual es la ausencia de atmósfera, que elimina los efectos de las turbulencias. Fue bautizado en honor a Edwin Hubble y consigue que las radiaciones con longitudes de onda en el infrarrojo se reciban con total claridad.
Se trata de un reflector de dos espejos, siendo el principal de 2400 mm. de diámetro. Para la exploración del cielo lleva incorporado varios espectrómetros y tres cámaras, una de las cuales es de campo estrecho, lo que permite fotografiar zonas muy pequeñas y lejanas del cosmos, la otra de campo ancho para obtener imágenes de planetas y la tercera, de infrarrojos, trabajando nada menos que a -180º C.
El telescopio espacial Hubble, es el proyecto que más han contribuido al descubrimiento espacial y tecnológico de toda la historia de la humanidad, puesto que casi todo el conocimiento científico astronómico de los últimos años, lo hemos conseguido con las precisas observaciones que del espacio interestelar nos regala y de su estudio, llegar a concluir que las existencia del universo es de tiempos más recientes al que se pensaba, no superando los ocho mil millones de años.

La observacion astronomica.-

Noche clara y despejada de nubes, con una temperatura ambiente de 23ºC, humedad relativa del aire al 77%, sin un pizca de viento y con absoluta tranquilidad, propiciaban un tiempo atmosférico agradable para la observación estelar del firmamento chertolino sin ropa de abrigo. Con estas condiciones ambientales, los amantes de la observación astronómica tenemos una cita obligada con el cielo durante estos días de la luna nueva para, aprovechándonos de las ventajas climatológicas, darnos el gustazo de la contemplación celeste en la que las estrellas brillan con todo su esplendor.
Después de cenar, atender el correo electrónico y otras obligaciones coyunturales, la noche va avanzando lo suficiente como para permitir la visión del cosmos con solo salir a la calle, en mi caso, lo hago al terrado de la casa donde vivo. Al abrir la puerta, lo primero que veo son las tres farolas del patio de las escuelas del pueblo que el Sr. Alcalde ha mandado encender por la noche para que los hombres del mañana puedan hacer sus gamberradas con luz ambiental suficiente, no obstante, la luminosidad de Júpiter que por su tamaño y distancia refleja excelentemente la luz del Sol, le convierten, en esta época del año, en el astro más brillante del cielo y me permite distinguirlo de inmediato como una lentejuela por encima del tejado de las escuelas.
Mi visión se eleva hacia el cenit fascinando las retinas de mis ojos mientras observo el paso de un avión en dirección norte a sur, desde Barcelona a Valencia del Cid y con sus luces blanca y roja intermitentes y blanca azulada fija me entretiene un instante hasta que oigo el leve ruido ambiental de sus motores que por la distancia, llega muy amortiguado como un susurro.
Hacia el norte, el edificio de la casa en la que vivo, oculta la luz de la calle Independencia y permite distinguir claramente la Constelación de la Osa Mayor y junto a Megrez, la estrellita María Jesús que no siendo visible a simple vista doy fe de su existencia. Me fijo evidentemente en el carro y proyecto cinco veces la distancia entre las estrellas Merak y Dubhe para localizar la Estrella Polar que da nombre a la Unidad de Observación Astronómica del Maestrazgo en Chert y el carro de la Osa Menor, mientras, entre ambas, puedo distinguir la cola de la Constelación Dragón en un conjunto observable a ojo desnudo sin ningún tipo de instrumental óptico. A la derecha de la Estrella Polar en dirección al este geográfico, la Constelación de Cefeo precede a la Constelación de Casiopea y la Vía Láctea con todo su esplendor, me invitan a concienciarme una vez más de la inmensidad el Universo y la pequeñez de mi persona.